Comencemos por considerar un mundo (ficticio) en el que todos tienen el mismo nivel de habilidad. En este mundo, ¿esperamos que todos los cirujanos tengan la misma tasa de éxito para sus pacientes? ¿Terminarían todos los maratones en empate? ¿Todos los administradores de fondos generarían el mismo rendimiento? La respuesta a todas estas preguntas es casi con certeza “no”. ¿Por qué? Por el azar o la suerte.
Algunos cirujanos, por casualidad, verán pacientes más enfermos. Algunos maratonistas tendrán días malos, mientras que otros tendrán días buenos. De manera similar, algunos administradores de fondos elegirán acciones que tengan un desempeño peor (o mejor) de lo esperado, simplemente debido a la aleatoriedad inherente de los mercados financieros.