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“El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”, Cicerón.
Es momento de tomar el pasado como punto de partida, por eso en este artículo te contamos que la historia nos ha repetido una y otra vez que, aunque el mercado ha enfrentado algunas caídas, siempre logra recuperarse, premiando al inversionista que mantiene su posición con paciencia y que invierte con una visión a futuro.
Todas las recesiones económicas de la historia tienen algo en común: terminan. No importa cuán profunda o prolongada haya sido una crisis, la economía siempre ha encontrado la manera de recuperarse. Comprender esta dinámica puede ayudarte a mantener la calma cuando los mercados están en rojo y a tomar decisiones más racionales en medio de un mundo que es, por naturaleza, incierto.
"Los hombres no aprenden mucho de las lecciones de la historia y esa es la lección más importante que nos enseña la historia”, Aldous Huxley.
El primer paso: Medir los riesgos
Para invertir es importante tener en cuenta los riesgos sistemáticos que pueden llegar a existir. Estos riesgos se refieren a cualquier evento que pueda afectar a todo el mercado o a un amplio conjunto de activos. Esto quiere decir que no hay forma de eliminar este riesgo con la diversificación. Está vinculado a factores como cambios en las tasas de interés, recesiones económicas, guerras, pandemias o políticas monetarias. La historia nos ha demostrado dos cosas: que estos riesgos son palpables y han formado parte de la economía durante mucho tiempo, pero sobre todo que, a pesar de ellos, el mercado ha logrado recuperarse.
Existen también otros tipos de riesgos, que son los no sistemáticos o riesgos idiosincráticos. Estos sí se pueden reducir a través de estrategias de diversificación, como los aranceles entre países o aquellos aplicados a sectores específicos. Además, también pueden incluir eventos que afecten a una empresa en particular, como malos resultados financieros o escándalos corporativos.
Daniel, un inversionista ejemplar
Con esto en mente, te vamos a contar la historia de Daniel, un personaje que inventamos para efectos de este texto que se ha beneficiado del constante crecimiento de los mercados accionarios en Estados Unidos, especialmente del rendimiento del S&P500. Daniel Torres nació en 1950 en una familia de clase media en Chicago. Su padre era contador y desde pequeño le enseñó el valor del ahorro y la importancia de pensar a largo plazo. De niño, Daniel soñaba con ser empresario, estaba fascinado por las historias de crecimiento económico en la posguerra. A los 12 años abrió su primera cuenta de ahorros; a los 16 consiguió un trabajo en una tienda de comida local, donde empezó a acumular sus primeros ahorros.
Para 1970, Daniel tenía 20 años y $10,000 ahorrados, una suma considerable para alguien de su edad. Su papá le sugirió que invirtiera ese dinero en el mercado de valores, específicamente en el S&P 500, que había mostrado un crecimiento constante durante las décadas anteriores. Daniel, motivado por su ambición y por la confianza en el crecimiento económico de Estados Unidos, decidió dar el paso. Mientras sus amigos gastaban su dinero en coches y viajes, él ponía los frutos de su trabajo en el mercado. Recordando siempre lo que le dijo su padre antes de comenzar a invertir: La clave está en el largo plazo.
Daniel se sentía nervioso y ansioso por ver los rendimientos de su nueva adquisición, y en sus primeros dos años logró ver un buen rendimiento de sus acciones, creciendo un 44% a diciembre de 1972. A pesar de esto, en agosto de 1971, Nixon, presidente de Estados Unidos en turno, detonó una noticia que se convertiría en uno de los tres pilares de la primera recesión en su vida: le puso fin al sistema de Bretton Woods*.
*Fin del sistema Bretton Woods (agosto 1971)
En agosto de 1971, el presidente Richard Nixon tomó medidas drásticas para frenar la inflación y evitar una corrida sobre las reservas de oro de Estados Unidos. La decisión puso fin a la convertibilidad del dólar en oro, marcando el comienzo del fin del sistema de Bretton Woods, que había fijado las monedas al dólar y al oro desde 1944. Además, Nixon implementó un congelamiento de precios y salarios por 90 días y un arancel del 10% a las importaciones para fortalecer la economía estadounidense. Aunque el plan estabilizó temporalmente la inflación y el desempleo, las presiones inflacionarias resurgieron poco después, evidenciando problemas estructurales más profundos en la economía de Estados Unidos.
Una vez que resurgieron las presiones inflacionarias en Estados Unidos, tras la estabilización temporal por las medidas de Nixon, el mercado de valores comenzó a caer en enero de 1973. Aunque al principio Daniel no pensó mucho sobre el tema, en octubre llego otra razón que agregaría a la caída del mercado: la primera crisis del petróleo*.
*Primera crisis del petróleo (octubre de 1973)
En respuesta al apoyo de Estados Unidos e importantes aliados occidentales a Israel durante la Guerra de Yom Kipur, los países árabes miembros de la OPEP impusieron un embargo petrolero en octubre de 1973. La medida cortó el suministro de petróleo a Estados Unidos, los Países Bajos, Portugal, Rodesia y Sudáfrica, lo que desencadenó una escasez de combustible y el primer gran aumento de los precios de la gasolina desde la Segunda Guerra Mundial. El embargo sobre Estados Unidos se levantó en marzo de 1974, pero las restricciones a otros países continuaron por un tiempo.
La tercera pieza de dominó que cayó y terminó por acelerar a la recesión fue el incremento de tasas por la Reserva Federal. Para frenar la inflación causada por la ruptura de Bretton Woods y la crisis petrolera, la Reserva Federal aumentó las tasas de interés en 1973. Esto encareció el crédito y afectó el consumo y la inversión. Al final de 1973, la inversión de Daniel había perdido más de un 20% de su valor desde su punto máximo, pero aún veía una ganancia sobre su inversión inicial de 1970, lo cual lo mantenía relativamente tranquilo.
En 1974 todo cambió. El mercado cayó rápidamente, golpeado por la combinación de inflación descontrolada, altas tasas de interés y una economía que se tambaleaba. Por primera vez, Daniel sintió verdadera ansiedad cuando vio que, en la segunda mitad del año, su inversión se convirtió en una pérdida. Las caídas en precios se aceleraron en agosto del 74, cuando Nixon se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en renunciar al cargo, tras el escándalo de Watergate, en el que se reveló que la Casa Blanca había organizado un encubrimiento de una serie de actividades ilegales, incluida la infiltración en la sede del Partido Demócrata. Daniel leía la sección del mercado en el periódico diariamente, sintiendo una mezcla de frustración e impotencia. Pensaba constantemente si debería de vender y minimizar su pérdida, pero recordaba las palabras de su padre: paciencia a largo plazo. Decidió no mantener la calma y dejar sus inversiones en donde estaban.
"El mercado de valores es un dispositivo para transferir dinero de los impacientes a los pacientes", Warren Buffet.
Tras la renuncia de Nixon, Gerald Ford asumió la presidencia e impulsó el programa WIN (Whip Inflation Now) para reducir la inflación mediante incentivos fiscales y una campaña de ahorro y reducción de consumo. Sin embargo, el programa fue criticado por ser ineficaz, pues la inflación estaba impulsada por factores externos como los precios de la energía y la crisis geopolítica, lo que mantuvo la economía estancada. Para frenar la recesión, la Reserva Federal redujo las tasas de interés del 11% en 1974 a menos del 6% en 1975 y aumentó la oferta monetaria. En 1975 termino la recesión, que en tres largos años bajo el PIB real 3.2%, aumento la tasa de desempleo de 4.6% a 9% y alcanzó un nivel de inflación de 12.3% en el 74. Además, el índice de confianza del consumidor cayo a números históricamente bajos.
A pesar de la recesión, catalogada como la más fuerte desde la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, el portafolio de Daniel creció a un promedio anual del 10.2% en la década de los 70. En la llamada década de la inflación, el índice del S&P 500 supero el crecimiento anual, haciendo crecer el valor del portafolio de Daniel. La inversión de $10,000 dólares arrancó la década de los 80 con un rendimiento total positivo de 139%, incrementando el valor del dinero a $23,912 dólares.
Una década para la historia (1980-1990)
Los primeros años de los 80 resultaron ser muy buenos para la inversión de Daniel. Después de la tormenta de la década anterior, el mercado comenzó a recuperarse con fuerza. Gracias a los Reaganomics* la inflación cedió, las tasas de interés bajaron y el crecimiento económico volvió a tomar ritmo. En los primeros 5 años de la década, el rendimiento del S&P ya había superado todo lo que creció en la década de los 70, es decir, de 1980 a 1985, el índice creció 308% mientras que los diez años anteriores generaron un crecimiento de 139%. Esta estabilidad genero confianza en los inversionistas, quienes siguieron invirtiendo.
*Reaganomics: La gran reforma económica (1981)
El programa económico de Ronald Reagan (1981) buscó reducir el gasto público, bajar impuestos, desregular la economía y controlar la inflación. Las tasas impositivas cayeron, la inflación bajó de 10.4% en 1980 a 4.2% en 1988 y la economía vivió una expansión histórica. Sin embargo, el gasto federal solo cayó levemente y la deuda pública aumentó considerablemente.
Durante este crecimiento, el dólar experimentó una apreciación sin precedentes en los mercados de divisas, aumentando un 77% hasta alcanzar su punto máximo en febrero de 1985. Esta fortaleza afectó la competitividad de las industrias estadounidenses en el comercio global, lo que contribuyó a un déficit comercial récord de $107 mil millones de dólares en 1984.
Para 1987, el mercado ya llevaba cinco años en una fuerte racha alcista, que también se conoce como bull market, y Daniel, muy contento con el resultado, vio crecer y crecer su dinero. Sentía que finalmente había logrado entender el ritmo del mercado: mantener la calma y pensar a largo plazo estaba funcionando. Sin embargo, el mercado ya mostraba señales de sobrevaloración. Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y Alemania aumentaban, el dólar se debilitaba y la Guerra Fría seguía latente. La incertidumbre por la Guerra de Irak y otros conflictos geopolíticos mantenían a los mercados en un estado de nerviosismo. Todo parecía demasiado frágil, pero el mercado seguía subiendo.
"La falta de mercados bajistas es, en realidad, lo que siembra las semillas para el próximo mercado bajista", Morgan Housel.
La primera crisis financiera global contemporánea estalló el 19 de octubre de 1987, en el conocido Black Monday, cuando el Dow Jones Industrial Average se desplomó un 22.6% en un solo día. Tras los rendimientos que había dejado el mercado bursátil mundial en los últimos años, los inversionistas globales comenzaron a sentir que la burbuja estaba por estallar y, desde el 14 de octubre de 1987, empezaron a desinvertir manualmente. Al provocar una caída en los precios, el 19 de octubre las computadoras activaron las operaciones automatizadas*, acelerando la velocidad a la que caían las acciones.
*Operaciones Automatizadas (Program Trading)
El Program Trading se refiere al uso de sistemas informáticos para ejecutar órdenes de compra o venta de acciones de manera automática cuando se cumplen ciertas condiciones predefinidas en el mercado. Esta práctica, que ganó popularidad en la década de 1980, permitía a grandes inversores institucionales gestionar rápidamente grandes volúmenes de transacciones sin intervención humana directa.
El índice S&P 500, donde Daniel tenía su dinero, cayó un 25% en octubre y otro 10% en noviembre. Sus amigos le aconsejaban vender para asegurar ganancias, y por un momento lo consideró; pero recordó las palabras de su padre y la lección de la recesión del 74. Sabía que la clave no era evitar las caídas, sino resistirlas, y decidió mantener su inversión.
Para el final de la década de los 80’s, el portafolio de Daniel había crecido a un promedio anual de 16.5% durante esos diez años, mientras que la inflación promedió solo un 3.5%. El rendimiento total desde que comenzó en 1970 era del 781%, convirtiendo sus $10,000 iniciales en $88,101. En 20 años, había generado $78,000 en ganancias, con un rendimiento anual promedio del 11%. Daniel veía esos números y sonreía; la paciencia y la visión a largo plazo estaban dando frutos.
La calma antes de la tormenta - 1990-2000
Aunque con un comienzo lento, la década de los 90´s fue muy buena para el mercado de valores en Estados Unidos. A principios de la década, hubo una pequeña recesión, que duro de finales de 1990 a principios del 91. Aunque la recesión de 1990-91 fue moderada en comparación con crisis anteriores, tuvo un impacto especialmente duro en el mercado laboral. El empleo siguió cayendo incluso después de que la economía comenzara a recuperarse, algo inusual en ciclos anteriores. Las pérdidas fueron más severas en finanzas, seguros e inmobiliario, y el comercio sufrió caídas casi el doble de graves que en recesiones pasadas.
Los siguientes 4 años, donde hubo lento crecimiento en el mercado, sirvieron para plantar las bases de un mercado alcista en la segunda mitad de la década. En 1992, por ejemplo, se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte* (TLCAN), el cual entro en vigor en enero del 94. En el 93, con la entrada de Bill Clinton a la presidencia en Estados Unidos, se implementaron políticas orientadas a la reducción del déficit fiscal y la promoción del comercio internacional.
*Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o NAFTA por sus siglas en ingles
Fue firmado en 1992 por Canadá, México y Estados Unidos. Eliminó de inmediato los aranceles sobre la mayoría de los bienes producidos por los países firmantes y estableció la eliminación gradual, en un periodo de 15 años, de las barreras restantes para la inversión transfronteriza y el movimiento de bienes y servicios entre los tres países.
Daniel, ya con una buena ganancia en su portafolio, veía esta década como un periodo de crecimiento constante, moderado pero estable. Por fin, su inversión se sentía predecible, sin la volatilidad de años anteriores. Pero, justo cuando comenzaba a sentirse cómodo, empezó a escuchar por todos lados una palabra que cambiaría para siempre la vida de Daniel y la del resto de la humanidad: Internet.
El auge de los servicios y aplicaciones comerciales en Internet impulsó una rápida comercialización de la red en los años 90, implementando las bases de la burbuja del dot-com. Esto fue posible gracias a varios factores clave: la introducción de la computadora personal y las redes de área local (LAN) en los 80, la apertura de la red NSFNET a usuarios comerciales en 1993, y el lanzamiento del navegador Mosaic por la Universidad de Illinois ese mismo año. Mosaic permitió a los usuarios acceder fácilmente a la red mediante una interfaz de “apuntar y hacer clic”, lo que simplificó la navegación en la recién creada World Wide Web (WWW), desarrollada por Tim Berners-Lee en CERN.
En 1994, Netscape Communications fue fundada para desarrollar el navegador y el software de servidor de Mosaic para uso comercial. Poco después, Microsoft lanzó Internet Explorer, acelerando la adopción de la red. A finales de los 90, había unos 10,000 proveedores de servicios de Internet (ISPs) en todo el mundo, más de la mitad en Estados Unidos. AOL se convirtió en el líder del mercado con más de 25 millones de suscriptores en el año 2000. La publicidad online se volvió clave para la rentabilidad, impulsando un modelo de negocio basado en tráfico y contenido gratuito.
El mercado alcista de las empresas dot-com explotó de 1995 al 2000. Las empresas tecnológicas, especialmente aquellas que se dedicaban al internet, entraron en un periodo de gran crecimiento, a una velocidad muy rápida, lo que resulto en un mercado sobrevalorado e insostenible. El auge creó una burbuja en el mercado, donde el índice Nasdaq Composite, dominado por empresas tecnológicas, aumentó casi siete veces, pasando de 743 a 5,048 puntos. Esto reflejaba el entusiasmo inicial de los inversionistas por las empresas de Internet.
Empleados de start ups que fueron compensados con opción sobre acciones (stock options) se volvieron millonarios rápidamente cuando las empresas en donde trabajaban se volvían públicas.
Muchos inversionistas se convencieron de que la economía en Estados Unidos había cambiado y que el crecimiento era inevitable. El mercado siguió apostando por empresas con altos niveles de deuda y sin perspectivas claras de ganancias a corto plazo. La confianza desmedida llevó a que las empresas dot-com alcanzaran valoraciones mucho más altas de lo que los fundamentos financieros podían justificar.
Como ocurre con todas las burbujas financieras, la burbuja dot-com finalmente estalló. A principios de 2000, después de que la Reserva Federal de Estados Unidos anunciara un modesto aumento en las tasas de interés para contener la inflación, los inversionistas en empresas dot-com comenzaron a vender sus acciones en pánico, desatando una fuerte caída en el mercado.
Durante la década de los 90’s, el índice S&P 500 creció a un promedio anual de 17.9%, muy por encima del promedio de inflación de 2.9% en esos años. Para Daniel, eso significaba que los $10,000 con los que comenzó en 1970 ahora valían $440,314 al inicio del nuevo milenio —43 veces más que cuando empezó.
La década perdida (2000-2010)
Para los inversionistas, el nuevo milenio trajo una década de altibajos: una de las mejores oportunidades de entrada al mercado en la historia. Algunos la llaman la década perdida, otros, la década de las oportunidades. Todo depende de quién tuvo la paciencia para aguantar la tormenta.
"El gran dinero no está en comprar o vender, sino en espera", Charlie Munger.
Entre marzo del 2000 y octubre del 2002, el Nasdaq cayó de 5,048 a 1,139 puntos, borrando casi todas las ganancias acumuladas durante la burbuja dot-com. Para cuando el índice tocó fondo en noviembre de 2002, la mayoría de las empresas dot-com* que cotizaban en bolsa habían quebrado.
*Empresas emblemáticas de la burbuja dot-com
Del 2003 al 2007, las acciones en Estados Unidos vivieron en un mercado alcista, impulsado por la recuperación tras la caída provocada por la burbuja del dot-com. Uno de los factores que impulsó esta recuperación fue una política monetaria expansiva por parte de la Fed, que redujo las tasas de interés a mínimos históricos, estimulando así el crecimiento económico.
Aunque a un ritmo lento, el mercado se recuperó. Aquellos inversionistas que se mantuvieron invertidos, como Daniel, recuperaron las pérdidas tres años después, lo que enfatiza que, a largo plazo, las recesiones siempre tienden a revertirse. Para 2007, las acciones ya estaban 27% arriba del precio inicial de la década de los 2000. El valor del portafolio de Daniel creció 108% en este periodo de tres años, desde el mínimo de la recesión hasta el máximo en la recuperación. No obstante, la razón principal por la cual se recuperó el mercado de esta burbuja fue también la que provocó otra.
Desde la década de los 90 comenzó una rápida expansión en el sector inmobiliario, la cual se aceleró en los años de recuperación de la recesión por el dot-com, producto de las bajas tasas que implementó la Fed. Los precios de las casas en Estados Unidos subieron más del doble entre 1998 y 2006, el crecimiento más rápido que se ha visto en la historia del país. Naturalmente, al crecimiento del sector lo acompañó un aumento en los préstamos para la vivienda: la deuda por hipotecas incrementó del 61 % del PIB de Estados Unidos en 1998 al 91 % en 2006. El crecimiento exponencial del mercado a principios y mediados de la década también fue impulsado por los préstamos de alto riesgo o subprime loans, los cuales fueron empaquetados en valores.
Al llegar a un pico en 2007, el valor del mercado inmobiliario comenzó a descender, impulsado por los préstamos morosos, es decir, aquellos cuyos titulares no pudieron pagar sus hipotecas. La incertidumbre sobre la cantidad de préstamos que no se iban a pagar se incrementó, presionando a los bancos del país y desencadenando la gran recesión de 2008, que no solo afectó la economía en Estados Unidos, sino también en todo el mundo. Uno por uno, los bancos involucrados con hipotecas morosas fueron cayendo. En 2008, JP Morgan adquirió Bear Stearns; Lehman Brothers quebró poco después. La Reserva Federal rescató a AIG; bancos como Bank of America y Citigroup recibieron ayuda de la Fed, el Tesoro y la FDIC para evitar el colapso financiero.
Con la caída de los grandes bancos, el mercado se vio presionado, y Daniel, quien estaba por terminar de pagar su hipoteca emitida en los 90, estuvo cerca de sacar su inversión. Pero ya con casi 40 años de experiencia y varias recesiones de mercado pensó: el S&P500 se va a recuperar y esta es una gran oportunidad de compra. A finales del 2008, Daniel armó un portafolio en el que invirtió 10,000 dólares para cada uno de sus tres hijos.
Por otro lado, los amigos de Daniel sí salieron del mercado: aquellos que, sin experiencia, asumieron que no había salida de esta recesión. En eventos sociales, Daniel, quien ya había vivido varias recuperaciones del mercado, decía: “Las caídas del mercado son una corrección saludable. Cuando uno no entra en pánico y sabe aprovechar las oportunidades con la cabeza fría, mientras otros la pierden, es cuando realmente se gana.”
Con el objetivo de imponer presión a la baja sobre las tasas de interés a largo plazo y mejorar las condiciones financieras, en noviembre de 2008, la Fed inició el primero de una serie de programas de compra de activos a gran escala (Large-Scale Asset Purchase o LSAP), mediante el cual compraron valores respaldados por hipotecas y valores del Tesoro a largo plazo. En febrero de 2009, la recesión llegó a su punto mínimo: el valor del S&P había caído más del 50% en poco más de un año.
A pesar de dos recesiones que marcaron la historia del mercado global, la década terminó con ganancias, recuperando el valor del S&P al nivel en que estaba a principios del milenio. Por eso, algunos llaman a este periodo en la historia “la década perdida”. En 2010, el portafolio de nuestro amigo inversionista ya contaba con $506,677 dólares, un árbol frondoso que empezó con una semilla de $10,000 dólares. Daniel esperaba un repunte en sus inversiones, y la década de los 2010 lo sorprendió para bien.
"El mercado baja en elevador, pero sube en escaleras", Joe Girard.
De inversionistas a millonarios (2010-2020)
Tras la década perdida llegó una década de recuperación, tal como ocurrió en los años 80 después de la inflación elevada de los 70. La tasa de desempleo bajó de 9.8% en 2010 a 3.5% en 2019. Al igual que hay recesiones, también hay mercados alcistas, lo que demuestra una vez más que el mercado tiende a comportarse en ciclos de altas y bajas, y siempre supera las caídas. El principio de la década mostró un crecimiento lento, ya que del 2010 al 2012 el S&P 500 creció solo un 42%. Aunque no es un mal resultado, no se compara con el crecimiento observado en los años posteriores de esa década. Durante estos primeros años, las réplicas de la recesión de 2008 seguían latentes en el mundo, especialmente en Europa*.
*La crisis de deuda soberana en la Eurozona
Alcanzó su punto máximo entre 2010 y 2012, cuando varios países periféricos enfrentaron graves dificultades para refinanciar su deuda. A finales de 2009, Grecia, España, Irlanda, Portugal y Chipre no podían pagar o refinanciar su deuda gubernamental ni rescatar a sus bancos sin la ayuda de instituciones como el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, posteriormente, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF). La crisis se intensificó cuando Grecia reveló que su gobierno había subestimado gravemente el déficit fiscal.
No fue únicamente la recuperación de la crisis del 2008, otros factores también impulsaron el buen rendimiento de la década. Por ejemplo, el colapso de los precios del petróleo entre 2014 y 2016, uno de los más grandes en la historia moderna, de una caída de hasta 70% en menos de dos años. La baja de los precios fue inicialmente impulsada por un exceso de oferta, resultado del auge del petróleo de esquisto en Estados Unidos y los cambios en las políticas de la OPEP. Además, las reformas fiscales en Estados Unidos también jugaron un papel importante.
En el 2017 comenzó la primera presidencia de Donald Trump y, con ella, varias reformas que impulsaron el crecimiento del índice que seguía Daniel. Durante su primer mandato, Trump aprobó una reducción del impuesto corporativo de 35% a 21%. Además, permitió la repatriación de capital extranjero con una tasa reducida, lo que incrementó el poder adquisitivo de las empresas, que aprovecharon para recomprar acciones y hacer nuevas inversiones de capital, con lo que crecieron de manera inorgánica. En 2018, el gobierno de Trump inició una guerra comercial con China, en la que se impusieron aranceles. China respondió con aranceles sobre productos estadounidenses. Estas tensiones desaceleraron el crecimiento de la economía global.
En 2019, la incertidumbre global incrementó con la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit). A principios del 2020, se firmó el acuerdo comercial de la Fase 1 entre China y Estados Unidos, esto generó mayor claridad en el entorno comercial y redujo la volatilidad del mercado, lo que aumentó la confianza de los inversionistas. Al final de la década, todo parecía encaminarse hacia un periodo de mayor crecimiento, pero el planeta tenía otros planes: en Wuhan, China, se detectó el primer caso de COVID-19, lo que dio inicio a una pandemia global que paralizó al mundo entero.
En esta década, el portafolio de Daniel creció un 346% y, por primera vez, rompió la barrera del millón de dólares. Sí, leíste bien: su inversión inicial de 10 mil dólares ya valía un millón 800 mil dólares. Con un promedio de crecimiento anual del 15.9% durante la década, se convirtió en el segundo periodo de 10 años de mayor crecimiento para su portafolio. Gracias a la magia del interés compuesto, fue por mucho la década en la que su portafolio generó más dinero, aumentando en valor $1.4 millones de dólares.
El futuro es hoy (2020-2025)
La década que inició en el 2020, dio sus primeros pasos de una manera no tan agradable, pero el encierro también trajo cosas positivas. Las empresas descubrieron que el trabajo desde casa era viable, lo que les permitió reducir gastos. Para los inversionistas, el auge de las aplicaciones de inversión ayudó a que el mercado creciera durante este tiempo, evitando una gran caída en la bolsa de valores. Empresas como Amazon, que entregaban paquetes a domicilio, y las compañías de streaming, como Netflix, vieron un gran incremento en el número de usuarios activos mensuales.
En 2022, cuando la normalidad comenzaba a recuperarse, el mercado se vio bajo presión. La inflación en Estados Unidos aumentó considerablemente, para junio de este año, la inflación superó el 9%, impulsada por la reactivación del mercado tras la pandemia y el aumento del gasto federal*.
*Un nuevo estudio revela que el principal impulsor de la inflación de 2022 fue el gasto federal, y no las interrupciones en la cadena de suministro
Investigadores del MIT Sloan y State Street concluyeron que el gasto gubernamental fue responsable del 42% de la inflación en 2022, siendo dos a tres veces más influyente que cualquier otro factor. El hallazgo sugiere que el gobierno y la Reserva Federal podrían estar trabajando en direcciones opuestas: cuando el gobierno sobreestimula la economía, la Fed debe mantener una postura más restrictiva para controlar la inflación.
A pesar de la breve caída postpandemia en el mercado, el S&P 500 ya se ha recuperado, mostrando un crecimiento del 21% en 2023 y del 26% en 2024. Es marzo de 2025, y en lo que va del año, el mercado ha caído un 6%, influenciado por varios factores geopolíticos y la incertidumbre sobre las acciones que tomará el nuevo gobierno de Trump. A principios de año, el mercado alcanzó máximos históricos, pero aun así la gente está nerviosa. Los inversionistas estaban tan ansiosos que hubo más mercados bajistas en dos semanas que durante toda la pandemia.
La historia del portafolio de Daniel es un testimonio claro de una inversión hecha para el futuro y de cómo la paciencia es la mejor virtud en el mercado. En 2025, después de años de mantener la calma y confiar en el mercado, los 10 mil dólares con los que comenzó se convirtieron en 2.9 millones de dólares, una cifra que le brinda a Daniel una base sólida para retirarse con tranquilidad y disfrutar plenamente de la vida junto a su familia. Aunque planea destinar una parte a sus hijos, Daniel sabe que una de las mejores lecciones que pudo enseñarles es la importancia de invertir a largo plazo.
Así que sé como Daniel: mantén la paciencia, el tiempo te va a ayudar a crecer tu inversión. No olvides que el mejor momento para empezar a invertir fue ayer y el segundo mejor momento es hoy.
En GBM tenemos fondos internacionales como GBMINT, que históricamente ha mostrado superar el rendimiento del S& P500.
Bibliografía
Housel, M. (2023). Same as ever: A Guide to What Never Changes. Penguin.