2 de octubre
Actualizado: hoy a las 1:43 pm
GBM Academy

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¿De qué trata el tratado? Lo que debes saber sobre el comercio internacional
- ¿Por qué tienes acceso a productos de todo el mundo? Conoce qué lleva a un país a comerciar con otro y las ventajas del libre comercio.
- El libre comercio impulsa la competencia, mejora la calidad de bienes y servicios, y abre nuevas oportunidades para empresas y consumidores.
- En un mundo tan conectado como el de hoy, lo que pasa entre países también influye en tus decisiones financieras.
El teléfono que tienes en las manos, esas galletas que no faltan en tu despensa o el servicio de streaming que usas para echarte un maratón… nada de eso sería tan accesible (ni tan barato) si viviéramos en una economía cerrada. Aunque no lo creas, hubo un tiempo en que conseguir productos extranjeros era caro, complicado o simplemente imposible. Hoy, en cambio, puedes encontrar manzanas chilenas, ropa española, café colombiano y coches japoneses estacionados en la esquina de tu casa.
Todo eso es posible gracias al comercio internacional: el intercambio de bienes, servicios y capitales entre países.
¿Por qué comercian los países? Porque no todos tienen lo mismo: unos tienen petróleo, otros talento tecnológico o climas ideales para producir alimentos. Estas diferencias permiten que algunos fabriquen ciertos bienes con mayor eficiencia. Y cuando cada quien se especializa en lo que hace mejor —lo que se conoce como ventaja comparativa—, todos ganan: hay más variedad, mejor calidad y precios más accesibles.
Pero no todo intercambio ocurre en condiciones ideales. Para facilitarlo, existen los tratados de libre comercio (TLC): acuerdos entre dos o más países que buscan eliminar o reducir barreras al comercio como aranceles, límites a lo que se puede exportar o importar y requisitos burocráticos. Además, establecen reglas sobre inversiones, competencia, propiedad intelectual y estándares laborales o ambientales.
Un TLC funciona como un carril exprés: mientras algunos productos enfrentan trámites y costos extra, los que se mueven bajo un tratado lo hacen más rápido y con menos fricción. Por ejemplo, un vino chileno puede llegar a tu mesa con menos impuestos, o una fábrica mexicana puede exportar autopartes a Estados Unidos sin pagar aranceles. Esa agilidad hace que el comercio sea más eficiente.
Además de facilitar el intercambio, el comercio internacional impulsa la competencia, baja precios, obliga a las empresas a innovar y abre nuevos mercados. También permite que las ideas, tecnologías y productos viajen más rápido entre países.
Hoy puedes comprar un celular coreano con buena cámara por menos de lo que costaba un modelo básico hace unos años. Puedes ver frutas mexicanas en supermercados europeos o usar una app desarrollada en Jalisco desde cualquier parte del mundo. Todo eso es posible porque, como país con acuerdos comerciales, no solo importamos más cosas: también exportamos mucho más.
México ha firmado más de una docena de tratados de libre comercio con más de 50 países, incluyendo socios en América, Europa y Asia-Pacífico. Estos acuerdos han sido clave para el crecimiento de sectores como el automotriz, electrónico y agroalimentario, entre otros, que hoy exportan desde refrigeradores hasta aguacates a mercados tan diversos como Alemania, Brasil o Japón.
Uno de los acuerdos más emblemáticos es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en los noventa entre México, Estados Unidos y Canadá. Este tratado marcó un parteaguas para la economía mexicana, al integrarla a una de las regiones más dinámicas del mundo. Con el tiempo, evolucionó al T-MEC, que sigue vigente y ha reforzado la competitividad de toda la región.

Y aunque ningún tratado es perfecto —porque siempre hay industrias que enfrentan retos—, abrirse al mundo ha permitido a cada país diversificar su economía, atraer inversión y mejorar lo que se produce y se consume.
Así que la próxima vez que compres chocolate belga, uses un electrodoméstico alemán o te subas a un coche armado con piezas de varios países, recuerda que no es casualidad. Detrás de eso hay acuerdos… y un mundo cada vez más conectado.
Y si los países amplían sus horizontes, tú también puedes hacerlo con tus inversiones. Hoy, invertir no se limita a lo local: puedes diversificar, explorar oportunidades globales y construir un patrimonio con una visión más amplia. Porque así como el comercio no tiene fronteras, tus metas financieras tampoco deberían tenerlas.