11 de octubre
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Desempleo: más allá de no tener trabajo
- ¿Qué nos dice la tasa de desempleo? Conoce aquí qué mide (y qué no).
- Estar sin trabajo no siempre significa estar desempleado: la clave está en la búsqueda activa.
- Hay distintos tipos de desempleo, y cada uno nos dice algo distinto de cómo se mueve la economía.
Un fenómeno económico que todos hemos vivido de cerca o de lejos es el del desempleo. Ya sea porque te pasó a ti, porque alguien cercano estuvo en esa situación o porque simplemente lo escuchaste en las noticias. Y aunque “no tener trabajo” podría ser una forma simple de describirlo, en realidad se trata de una experiencia mucho más compleja, que toma distintas formas y que no siempre se encuentra a simple vista.
El mercado laboral, como cualquier otro mercado, se mueve por las fuerzas de oferta y demanda. En este caso, del lado de la oferta están las personas que quieren y pueden trabajar; del otro, la demanda la conforman las empresas que necesitan contratar. Lo que se intercambia aquí no es un producto, sino tiempo, energía, conocimiento y habilidades. Sin embargo, estas fuerzas a veces no están en equilibrio y, cuando hay más personas buscando oportunidades que vacantes disponibles, hablamos de desempleo.
Pero estar desempleado no es lo mismo que simplemente no tener trabajo. ¿A qué me refiero? Si alguien pierde su empleo y empieza a repartir su currículum, a buscar en bolsas de trabajao o a preguntar entre conocidos, esa persona se considera desempleada. Pero si alguien más, en la misma situación, decide no buscar nada por ahora —porque se quiere tomar un descanso, estudiar, cuidar a alguien o simplemente no ve opciones—, no entra en esa categoría. Esa delgada línea entre estar sin empleo y estar en búsqueda activa es clave para entender cómo se mide este indicador. La tasa de desocupación se refiere al porcentaje de personas en edad y disposición de trabajar que no tienen empleo, pero que sí están buscando activamente uno. Es decir, no incluye a todos los que no trabajan, sino solo a quienes están disponibles y en proceso de encontrar una ocupación.

Ahora, como muchas cosas en economía, el desempleo tiene distintas formas. Quizá la más común —y con la que muchos estamos familiarizados— es el desempleo friccional. Es ese tiempo entre que dejas un trabajo y encuentras otro. Pasa, por ejemplo, cuando alguien renuncia para buscar algo mejor, o cuando recién se gradúa y apenas empieza a tocar puertas.
Luego está el desempleo estacional, que depende totalmente del calendario. Imagina a alguien que trabaja en un club de playa durante el verano: cuando acaba la temporada, también se va el empleo, y toca esperar hasta que regrese el turismo. Lo mismo ocurre en la agricultura, el comercio o el entretenimiento. Piénsalo así: probablemente los duendes de Santa trabajan a todo lo que da en noviembre y diciembre… pero el resto del año, salvo que tengan otra ocupación, están sin empleo.
Por otro lado, está el temor a que los robots nos quiten el trabajo. Y aunque suene a película de ciencia ficción, tiene una raíz muy real. Eso es lo que refleja el desempleo estructural: cuando los avances tecnológicos dejan fuera a quienes no tienen las habilidades o la formación necesaria para adaptarse a los cambios en la economía. Lo bueno es que la innovación también abre nuevas puertas, pero no siempre al ritmo que muchos necesitan.
Y, por último, está el desempleo cíclico, que aparece cuando la economía de un país se desacelera o se contrae. Las empresas venden menos, recortan gastos y frenan contrataciones. A veces incluso hacen recortes de personal. Aunque la gente quiera trabajar, simplemente no hay suficientes vacantes disponibles. Este tipo de desempleo suele preocupar especialmente a los gobiernos, porque no afecta solo a uno o dos sectores, sino que puede extenderse como una ola por toda la economía… y quedarse un buen rato.
Más allá de los tipos de desempleo, también están quienes sí trabajan, pero no tanto como les gustaría. Tal vez solo consiguieron un turno parcial, o tienen un empleo que no les da para cubrir sus gastos y buscan otro para complementar. A esto se le llama subocupación. Técnicamente tienen trabajo, sí, pero no en las condiciones que realmente necesitan o desean.
Ahora lo sabes: la tasa de desempleo o desocupación es mucho más que un número. Detrás hay historias de personas en pausa, en transición, en ajuste o en busca de nuevas oportunidades y crecimiento. Y aunque el rumbo del mercado laboral no está en nuestras manos, mantenerte informado sí puede hacer la diferencia. Entender cómo funcionan estos ciclos y qué señales seguir te prepara mejor para enfrentar momentos de incertidumbre… y aprovechar los de oportunidad.