A lo largo de la historia, el peso mexicano ha sido una moneda volátil en los mercados financieros. Además, la relación del peso con el dólar siempre ha sido un factor de incertidumbre, sobre todo, en el ámbito de las inversiones, ya que la divisa en la que se realizan las transacciones juega un papel crucial.
Desde los años 70, el peso ha sufrido devaluaciones drásticas frente al dólar, lo que a veces ha puesto a prueba la confianza de los inversionistas. Sin embargo, nuestra moneda y economía han demostrado ser resilientes, incluso en momentos de importante apreciación.
Últimamente, hemos visto las dos caras de la moneda: un periodo donde el peso se fortaleció frente al dólar como no se veía en casi una década, seguido de alta volatilidad en el contexto postelectoral.
Un punto clave para los inversionistas es que no se invierte en una moneda como tal, sino en activos expresados en esa moneda o se especula sobre su valor frente a otra moneda. ¿Qué significa esto para la inversión? En tiempos de volatilidad, los inversionistas con activos en pesos deben evaluar si es mejor mantener sus inversiones en pesos o diversificar su cartera. Para ello, es esencial considerar el nivel de aversión al riesgo que se tiene y las metas a corto, mediano y largo plazo.
Por lo general, se recomienda que las inversiones a corto plazo se mantengan en la misma moneda en la que se tienen los pasivos, para evitar el riesgo cambiario. Por ejemplo, si se tiene una deuda en pesos que debe ser pagada en un mes, conviene invertir en un instrumento en pesos que ofrezca un rendimiento seguro para cubrir esa obligación. Así se evita la incertidumbre sobre el tipo de cambio y se garantiza el pago de la deuda.
En el caso de las inversiones a largo plazo, se aconseja diversificar la composición de las monedas en el portafolio, aprovechando el potencial de crecimiento de los mercados internacionales y reduciendo el riesgo de concentrar el ahorro en una sola moneda. Así, si se tiene un ahorro para el retiro que se usará en 20 años, conviene invertir en un portafolio con activos en dólares, euros, yuans u otras monedas que ofrezcan oportunidades de diversificación.
Finalmente, todo inversionista debe conocer su perfil de riesgo, lo cual es fundamental pues va a determinar la tolerancia que se tendrá a las fluctuaciones del tipo de cambio y a las posibles pérdidas.
Los inversionistas que toleran bien el riesgo pueden destinar una mayor parte de su portafolio a otras monedas que no sean pesos, buscando más diversificación. Es decir, si se acepta la volatilidad para generar mayores rendimientos, es más conveniente invertir en monedas que se espera se fortalezcan frente al peso a largo plazo.
Por otro lado, los inversionistas con un perfil de riesgo bajo deberían destinar una proporción menor de su portafolio a monedas diferentes al peso, para proteger su capital y evitar riesgos, destinando sus inversiones a activos de baja volatilidad, como CETES o bonos de empresas mexicanas a corto plazo.
Por último, es importante recordar que no existe una estrategia universalmente correcta. Cada inversionista, principalmente con la ayuda de un asesor financiero, debe definir sus objetivos y tomar decisiones que lo ayuden a alcanzar esas metas.