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“¡Están carísimos los vuelos!”: Así funciona la oferta y la demanda

22 JUL 25

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“¡Están carísimos los vuelos!”: Así funciona la oferta y la demanda 

  • Desde los vuelos hasta el aguacate: los precios siguen una lógica más clara de lo que crees. 
  • Lo que compras, lo que no… y lo que inviertes: todo responde a la oferta y la demanda. 
  • Entiende cómo se mueven los mercados y toma mejores decisiones con tu dinero. 

Se acercan las vacaciones y empiezas a planear tu próxima escapada. Revisas vuelos y ves uno que no suena mal. Lo piensas un par de días y, cuando por fin decides comprarlo, el precio ya se duplicó. No es coincidencia ni mala suerte: lo que viste en acción fue la ley de oferta y demanda. Sin darte cuenta, acabas de participar en uno de los principios más fundamentales —y universales— de la economía. 

La demanda representa a todas las personas que quieren y pueden consumir un bien o servicio a cierto precio. La oferta, en cambio, refleja lo que los productores están dispuestos a vender en esas mismas condiciones. Ambas fuerzas conviven, pero no siempre se alinean. Cuando muchas personas quieren algo que es limitado —como ese vuelo en temporada alta—, el precio sube. Y si hay más producto que personas interesadas —como vuelos a destinos poco populares en martes de madrugada—, el precio baja para atraer compradores. 

Esta dinámica ocurre todo el tiempo, en todo tipo de mercados. Lo ves cuando una consola recién lanzada se agota en minutos. Cuando un concierto se vuelve viral y los boletos desaparecen en horas. Cuando el precio de los limones sube porque una sequía afectó la cosecha. En todos estos casos, los precios responden a la tensión entre lo que se quiere y lo que está disponible. 

Veamos primero qué mueve la demanda 

La demanda puede moverse si aumentan los ingresos, si cambian las preferencias de los consumidores o si cambia el precio de productos similares. Si te suben el sueldo, probablemente comas fuera más seguido, viajes más o cambies de celular antes de lo previsto. Si el precio del aguacate se va a las nubes, tal vez optes por otra fruta o te olvides del guacamole por un rato. Incluso las modas, la publicidad o lo que ves en redes influyen en lo que la gente quiere y demanda. 

¿Y qué pasa con la oferta? 

La oferta también responde a muchos factores. Si los insumos suben de precio —como el café en grano o la electricidad—, el dueño de una cafetería puede subir el precio del capuchino o reducir su margen de ganancia. Pero si encuentra una nueva máquina que le permite preparar más tazas en menos tiempo, puede ofrecer más sin aumentar tanto sus costos. Eso amplía la oferta y puede ayudar a estabilizar los precios. También hay empresas que ajustan sus decisiones con base en lo que hace la competencia: si una marca baja precios o lanza una versión mejorada, la otra no se va a quedar de brazos cruzados. 

Todo esto también se ve en los mercados financieros. Si muchos inversionistas creen que una empresa va a crecer, compran sus acciones antes de que suban. Esa expectativa, por sí sola, puede elevar el precio. Lo mismo ocurre con bonos, materias primas o divisas. Y sí, tú también puedes participar en ese movimiento. Pero para hacerlo bien, necesitas entender cómo se comporta el mercado. 

La ley de oferta y demanda está en todo: en lo que decides, en lo que consumes y en lo que inviertes. Y cuando entiendes qué la mueve, tus decisiones ya no se sienten como apuestas. Se sienten como pasos firmes.

 

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