La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una realidad que está revolucionando nuestra vida diaria, impactando industrias completas y redefiniendo la manera en la que tomamos decisiones.
A escala mundial, empresas de todos los sectores están apostando por esta tecnología para optimizar procesos, mejorar la experiencia del usuario y desarrollar nuevos productos. Pero ¿cómo pueden los inversionistas aprovechar esta revolución para hacer crecer su patrimonio?
Invertir en empresas relacionadas con la IA se ha vuelto una estrategia atractiva, siendo uno de los sectores más dinámicos y prometedores para los inversionistas.
Para entender mejor y aprovechar al máximo la inversión en IA, hay que verla desde distintos ángulos. Eso implica analizar cómo se conforma como sector, evaluar las opciones de inversión más atractivas, identificar en qué mercados está presente y valorar tanto las oportunidades como los riesgos, incluyendo sus ventajas y desafíos en un futuro.
Existen tres grupos claves para entender este sector: los innovadores, los usuarios y los facilitadores o proveedores de recursos.
Los innovadores son las compañías que están creando esta tecnología. Los usuarios son las compañías que usan la IA en sus productos, en sus operaciones o en sus inventarios y tienen presencia en diversos sectores; y los facilitadores o proveedores de recursos, que son las compañías que están creando la infraestructura para que los innovadores puedan crear la IA y para que los usuarios puedan adoptarla.
Una vez que conocemos cómo se divide el sector para invertir, es necesario saber que hay tres formas principales de hacerlo: en acciones, ETFs y Fondos de Inversión.
Si la opción a elegir son las acciones, lo óptimo es elegir empresas con una fuerte presencia en el sector y que tengan acceso al Sistema Internacional de Cotizaciones (SIC) y a la bolsa de EE. UU. Además, como la IA es un mercado tan cambiante, es clave armar un portafolio diversificado, porque es complicado saber qué empresa va a liderar el crecimiento.
Entre las ventajas de invertir en acciones están la exposición más directa al sector, mayor flexibilidad y la posibilidad de personalizar tu portafolio.
En el caso de los ETFs (fondos cotizados), es posible diversificar el portafolio sin tener que comprar cada activo por separado. Al invertir en un ETF, compras un paquete de empresas seleccionadas por un equipo experto. Las ventajas de los ETFs incluyen gestión profesional, simplicidad, diversificación y una inversión mínima baja.
Por otro lado, los fondos de inversión están hechos para invertir en tendencias globales de innovación, como la IA. Estos fondos tienen una estrategia diversificada, con buen potencial de crecimiento a largo plazo y menos relación con las estrategias de inversión tradicionales.
Las ventajas de estos fondos son similares: gestión profesional activa, simplicidad, diversificación y una inversión mínima baja.
En concusión, la IA ha llegado para quedarse y su potencial es enorme. Quienes decidan aprovechar las oportunidades de inversión en este sector, podrían estar entrando en la próxima gran revolución tecnológica. Con una estrategia bien definida, tendrás la posibilidad de adelantarte al futuro.