2 de octubre
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Política fiscal: recaudar, gastar… y no perder el equilibrio
- ¿Cuánto gasta el gobierno y de dónde sale ese dinero? Conoce aquí qué es la política fiscal.
- El gobierno usa la política fiscal para decidir cómo recaudar dinero y en qué gastarlo.
- Desde los impuestos que pagas, hasta los servicios que recibes y las decisiones económicas del país, la política fiscal impacta tu vida cotidiana.
Carreteras, escuelas, vacunas, patrullas, becas, hospitales… cada año el gobierno gasta billones de pesos en todo tipo de programas, obras y servicios. Y aunque a veces parezca que el dinero público proviene de una fuente infinita, en realidad se trata de un acto de equilibrio constante: como si el gobierno caminara sobre una cuerda floja, balanceando lo que entra y lo que sale.
En resumidas cuentas, cuando el gobierno decide construir un tren, aumentar el salario de maestras y maestros o lanzar un programa de vivienda, debe atenerse a un presupuesto. Y para decidir en qué y cuánto gastar, primero debe definir de dónde sacará el dinero para hacerlo.
El gobierno tiene distintas fuentes de ingreso, principalmente los impuestos. Y de estos, hay muchos tipos, con los que interactúas todos los días. Cuando recibes un salario, seguramente has notado que tu empleador hace una retención: así pagas el impuesto sobre la renta (ISR).
También hay impuestos sobre los bienes y servicios que consumes. Cuando compras una televisión o pagas tu línea de teléfono, pagas el impuesto al valor agregado (IVA); y si consumes alcohol, tabaco o gasolina, pagas el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS). Aunque estos impuestos suelen ser la principal fuente de ingresos del gobierno, también existen ingresos por importaciones o por la venta de petróleo.
¿Y a dónde se va ese dinero? Por lo general, el gasto público se divide en dos grandes rubros: gasto corriente y gasto de inversión. El primero permite que el gobierno funcione en el día a día: sueldos de personal, pago de servicios, compra de materiales, operación de programas. El segundo se destina a construir o mejorar infraestructura como carreteras, escuelas, hospitales o sistemas de transporte. Ambos son importantes, pero tienen efectos distintos en la economía: mientras el gasto corriente mantiene el motor encendido, el de inversión busca que ese motor corra mejor a futuro.

En México, el presupuesto se presenta cada año ante el Congreso —el 8 de septiembre, para ser exactos— como parte del Paquete Económico. El Poder Ejecutivo entrega este paquete con tres documentos principales: la Ley de Ingresos, que explica de dónde saldrá el dinero; el Presupuesto de Egresos, que detalla en qué se va a gastar; y los Criterios Generales de Política Económica, que describen el contexto y los supuestos económicos y financieros que respaldan cada decisión. El paquete se discute, se ajusta y se vota.

Los ajustes que hace el gobierno sobre cuánto recaudar y gastar no se hacen al azar, sino que responden a una lógica económica que llamamos política fiscal.
Cuando hay recursos suficientes, el gobierno puede gastar más: construir infraestructura, ampliar programas sociales o invertir en servicios públicos. Pero cuando necesita dinero o los ingresos no alcanzan, debe optar por aumentar los impuestos o apretarse el cinturón y disminuir el gasto. En cualquier caso, se trata de encontrar un equilibrio.
La política fiscal no es solo un asunto de números y leyes. Desde el impuesto que pagas al comprar algo, hasta la calidad de los servicios públicos, los apoyos que existen en tu colonia o las obras que se realizan en tu estado, todo eso implica una decisión fiscal. Entender cómo y en qué se usa el dinero que el gobierno recauda de tus impuestos no solo te permite ver el panorama completo; también te da herramientas para exigir con argumentos y tomar decisiones informadas como ciudadano.