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Tasas de interés: ¿las cobras o las pagas?

El dinero también tiene un precio. Lee aquí sobre las tasas de interés.

05 AGO 25

4 MIN DE LECTURA

  • No podemos hablar de dinero sin tasas de interés. Conoce qué son y cómo te afectan.
  • Las tasas de interés influyen en lo que debes, en lo que ganas y en cómo crece tu dinero.
  • Entenderlas te ayuda a tomar mejores decisiones financieras y a poner tu dinero a trabajar.

Si alguna vez pediste un préstamo, sacaste una tarjeta de crédito o abriste una cuenta de ahorro, ya te cruzaste con las tasas de interés. Están presentes en muchas de las decisiones financieras que tomas todos los días, pero, ¿alguna vez te has puesto a pensar qué representa ese porcentaje —a veces chiquito, a veces grande— que aparece en los términos y condiciones?

Una tasa de interés es el costo de pedir dinero prestado o la recompensa por ahorrar o invertir dinero. Es, en otras palabras, el precio del dinero. Si tú lo pides prestado, pagas una tasa; si tú lo prestas por un tiempo, la cobras. Parece simple, pero ese numerito puede tener un gran impacto dependiendo de qué lado de la ecuación estés.

Empecemos por la tasa de interés que tú pagas —también conocida como tasa activa. Imagina que usaste tu tarjeta de crédito y, en lugar de cubrir el total al corte, decides pagar solo el monto mínimo o una parte del saldo. En ese momento, la institución que te otorgó la tarjeta —ya sea un banco, una financiera o incluso una tienda departamental— te está financiando el monto que no pagaste. Es decir, estás usando su dinero durante un tiempo extra, y eso tiene un costo: la tasa de interés.

Por ejemplo, si dejas sin pagar $1,000 y tu tarjeta tiene una tasa del 50% anual, esos $1,000 podrían convertirse en $1,500 si no haces más pagos en todo un año.

Las tasas de interés no solo las pagas con las tarjetas, sino que son parte de otros tipos de crédito, como los personales, automotrices o hipotecarios. Entre más alta sea la tasa, mayor será el monto total que termines pagando. Por eso es importante comparar condiciones antes de comprometerte: si te descuidas, los intereses crecen rápidamente. Tener claridad sobre la tasa, el plazo y el monto te permite tomar decisiones más informadas.

Ahora vamos con la otra cara de la moneda: la tasa de interés que tú recibes, conocida como tasa pasiva. Cuando ahorras o inviertes, prestas tu dinero por un tiempo determinado a cambio de una ganancia. En una cuenta de ahorro tradicional, esa tasa suele ser baja. Pero si prestas tu dinero al gobierno, a una empresa o participas en fondos que invierten en instrumentos de deuda, ese rendimiento puede ser más atractivo. La lógica es la misma: dejas tu dinero quieto un tiempo y, a cambio de no usarlo, recibes una recompensa: la tasa de interés.

Por ejemplo, si un fondo de inversión ofrece una tasa del 6% anual, significa que por cada $10,000 que coloques ahí durante un año, recibirás $600 extra al final, sin mover un dedo.

Invertir es una forma de proteger tu dinero. Si lo dejas en una cuenta que no te ofrece ningún rendimiento a cambio, la inflación hará que pierda valor con el tiempo. Si lo inviertes, puedes combatir ese efecto y hacerlo crecer. Las tasas que recibes dependen de varios factores: el contexto económico, el plazo y el nivel de riesgo que estés dispuesto a asumir.

Además, las tasas se ajustan según la inflación, la actividad económica o la oferta y demanda de crédito. Cuando escuchas que “suben” o “bajan” las tasas, no es solo una noticia para especialistas: puede influir tanto en el costo de un préstamo como en lo que podrías ganar al invertir. Por eso, si estás por tomar una decisión financiera importante —ya sea endeudarte o invertir—, conviene entender el panorama general.

Las tasas de interés son una herramienta poderosa. Entender cómo funcionan es el primer paso para dejar de verlas como algo abstracto y empezar a usarlas a tu favor. Con información clara, puedes tomar decisiones más estratégicas, proteger tu bolsillo y acercarte a tus metas financieras.

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