10 de octubre
Actualizado: ayer a las 4:57 pm

The Idea
First Solar (FSLR)
La energía es el motor del mundo. En 2024, el consumo energético global superó el promedio de los últimos diez años. Con la digitalización, el auge de los data centers y el crecimiento de la inteligencia artificial (IA), esta demanda solo seguirá aumentando. Este incremento ha acelerado la transición hacia fuentes renovables —las energías limpias representaron el 38% del crecimiento en el suministro energético global— donde la energía solar ha tomado la delantera gracias a su competitividad en costos y escalabilidad. En específico, la inversión global en energía solar superó por primera vez a todas las demás fuentes de generación, incluido el petróleo, y la IEA proyecta que seguirá liderando la captación de financiamiento global.
Ya no basta con reemplazar combustibles fósiles: el futuro exige añadir capacidad energética limpia, escalable y competitiva. Y dentro de este nuevo paradigma, First Solar (FSLR) se posiciona como uno de los principales ganadores estructurales.
FSLR es el mayor productor de paneles solares de película delgada (CdTe) en Estados Unidos —y el principal fabricante global que utiliza esta tecnología— con plantas en US, India, Malasia y Vietnam. Esta tecnología ofrece ventajas claras frente al silicio tradicional: menor huella de carbono, mejor desempeño en altas temperaturas y menores costos de producción. En 2024, sus ventas crecieron 27%, con una expansión de capacidad hasta los 21 GW y una meta superior a 25 GW para 2026, gracias a nuevas plantas en Alabama y Luisiana.
La compañía ha mantenido un crecimiento sólido durante la última década; sin embargo, su acción ha caído 23% en lo que va del año, presionada por la incertidumbre política en Estados Unidos ante propuestas fiscales del Partido Republicano que buscan recortar rápidamente los incentivos a la energía renovable. No obstante, la demanda estructural de electricidad en Estados Unidos sigue superando lo que el carbón y petróleo pueden ofrecer, dejando a la solar como la alternativa más viable a largo plazo.
¿Por qué ahora? Tres catalizadores clave están alineándose:
- Tsunami energético impulsado por IA y digitalización:
La demanda energética está creciendo rápidamente, impulsada por el auge de la inteligencia artificial y la infraestructura digital. La energía solar lideró el crecimiento en generación global en 2024, y Estados Unidos deberá añadir mucha más capacidad para sostener esta transición. A esto se suma que las redes eléctricas actuales fueron diseñadas hace décadas y no están preparadas para el ritmo que exige la revolución digital. La inversión en infraestructura renovable ya no es opcional.
El Secretario Doug Burgum lo resumió bien: “No estamos en un periodo de transición energética, sino de adición energética.” Es decir, no basta con reemplazar: es necesario construir más. La energía solar no sustituye, complementa. Por su escalabilidad, velocidad de despliegue y costo competitivo, es el vehículo ideal para absorber esta nueva ola de consumo.
- Cambio de narrativa política en Estados Unidos:
Aunque el giro republicano ha generado temores sobre un freno a la transición energética, la realidad es más matizada. El nuevo “tax bill” de Trump busca recortar varios incentivos climáticos de la Inflation Reduction Act (IRA), pero mantiene vigentes los créditos fiscales a la producción solar hasta 2028. De hecho, el crédito residencial podría desaparecer tras 2025, pero el comercial permanecería, con una reducción paulatina.
Este enfoque mixto busca recortar subsidios a sectores como vehículos eléctricos o energía nuclear, pero deja a la solar en una posición más estable. Aun con restricciones, el marco fiscal aún ofrece visibilidad a desarrolladores y manufactura local. Además, la posible aprobación del “One Big Beautiful Bill Act” añade incertidumbre para otros sectores, mientras que FSLR, por su enfoque doméstico y elegibilidad fiscal, podría beneficiarse relativamente.
En paralelo, la administración Trump ha delineado un plan ambicioso de expansión eléctrica para evitar cuellos de botella en IA, manufactura y crecimiento económico. Se estima que US necesitará 128 GW de nueva capacidad eléctrica para 2029. Dado que las opciones como gas o nuclear son lentas y costosas, la energía solar destaca como solución inmediata.
Además, se impulsa legislación como las leyes FEOC (Foreign Entities of Concern) y medidas antidumping para limitar la participación de fabricantes chinos en la cadena de suministro solar, asegurando que los beneficios industriales se queden en Estados Unidos y reforzando la posición de jugadores como FSLR.
Durante el primer mandato de Trump, el sector solar creció 128%. Incluso con recortes regulatorios, la demanda privada, la presión geopolítica y la competitividad de costos han sostenido el dinamismo del sector.
- Proteccionismo que favorece a FSLR:
Funcionarios de comercio impusieron aranceles definitivos (hasta 3,500%) a paneles solares importados del Sudeste Asiático, al concluir que estaban siendo vendidos por debajo del costo. Esta medida reactiva la competitividad de productores locales como FSLR —que genera 93% de sus ingresos en Estados Unidos — y lo posiciona como proveedor estratégico ante un entorno regulado y orientado a producción nacional.
Además de vientos estructurales a favor, FSLR cuenta con un balance sólido (con caja neta), y cotiza y está cotizando a un múltiplo P/E sumamente descontado de 9.4x para 2025 —muy por debajo de sus pares (~24.5x)— pese a estimarse un crecimiento de utilidades superior al 20% anual, con expansión en márgenes. Esta combinación de crecimiento, valuación y fortaleza financiera la vuelve particularmente atractiva, incluso para los escépticos en las energías renovables.
No obstante, y como en todo, hay riesgos a considerar. FSLR depende en buena medida de políticas públicas e incentivos fiscales en Estados Unidos, por lo que un entorno más restrictivo podría limitar su expansión. Además, enfrenta competencia tecnológica —especialmente en eficiencia de silicio— y presiones en su cadena de suministro por la volatilidad de materias primas como el cadmio o telururo. Finalmente, cualquier retraso en la expansión de su capacidad productiva podría afectar entregas y márgenes.
El CEO de First Solar, Mark Widmar, advirtió que Estados Unidos debe incrementar su capacidad solar si quiere evitar inflación energética, sostener su competitividad económica y garantizar independencia energética. En otras palabras: la energía solar no es solo una herramienta ambiental, sino una condición necesaria para el crecimiento económico y tecnológico de largo plazo.
FSLR es mucho más que una empresa solar. Es una apuesta estructural a la independencia energética de Estados Unidos, a la viabilidad de la IA a escala y a la reindustrialización nacional del país. En un entorno donde la energía es la nueva infraestructura crítica, FSLR ofrece exposición directa a uno de los segmentos más resilientes, estratégicos y subvaluados del mercado. Una jugada inteligente para inversionistas que buscan crecimiento con fundamentos y visión de largo plazo.
