Tipos de activos en los que puedes invertir
A la hora de conformar tu cartera de inversión, considera los activos más habituales:
- Acciones: Representan participación en una empresa que cotiza en bolsa. Pueden ofrecer altos rendimientos pero también conllevan mayor volatilidad.
- Bonos: Instrumentos de deuda que pagan un interés fijo (o variable) y suelen ser menos volátiles que las acciones.
- Materias primas: Como el oro o el petróleo. Suelen considerarse útiles para diversificar, ya que no siempre se mueven al ritmo del mercado bursátil.
- ETFs: Fondos cotizados que agrupan un conjunto de activos, permitiendo diversificar de manera amplia con un solo instrumento.
(Nota: Existen otros activos más especializados, pero enfocarse en estos cuatro grupos suele ser suficiente al inicio para crear una buena estructura.)
La importancia de la diversificación en una cartera de inversión
Ahora, no se trata solo de seleccionar el activo más popular del mercado. “Diversificar” significa repartir tu inversión entre distintos activos para limitar la exposición a riesgos específicos. Se trata de un enfoque respaldado por décadas de investigación financiera, el cual indica que es más sensato apostar a varios factores de crecimiento que concentrarse en uno solo.
Un ejemplo sencillo:
- Cartera no diversificada: 100% en acciones de un mismo sector. Si ese sector se ve afectado por una crisis específica, el valor de tu portafolio podría desplomarse considerablemente.
- Cartera diversificada: 60% en acciones de diferentes sectores e industrias, 30% en bonos y 10% en materias primas. Una recesión en un sector se compensa parcialmente con el comportamiento de otros activos.
La diversificación no elimina por completo el riesgo—todas las inversiones conllevan un grado de incertidumbre—pero sí lo reduce y, en el largo plazo, contribuye a un mejor balance de riesgo/rendimiento.
Diferencias entre una cartera bien diversificada y una mal estructurada
- Cartera bien diversificada.
Incluye distintos activos, sectores e incluso regiones. De ese modo, si cierto sector entra en recesión o un tipo de activo sufre, el resto puede mitigar la caída.
- Cartera mal estructurada.
Se concentra en pocos instrumentos. Esto funciona muy bien si uno de ellos despega, pero también multiplica las pérdidas cuando el mercado va en contra.
Por ejemplo, si toda tu inversión está en acciones de empresas tecnológicas y ese sector enfrenta un ciclo adverso, el impacto en tu patrimonio será mucho mayor que si tuvieras parte de tu capital en bonos o en ETFs de otras industrias.