El peligro silencioso en los mercados de crédito: una lección para los inversionistas mexicanos

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En el mundo financiero, las crisis rara vez anuncian su llegada. Cuando lo hacen, el ruido suele llegar demasiado tarde. En 2007, los mercados de crédito mostraban una serenidad similar a la de hoy: diferenciales estrechos, complacencia generalizada y una fe casi absoluta en que los riesgos estaban controlados. La historia, sin embargo, se encargó de recordarnos lo contrario.

Hoy, casi dos décadas después, las señales de exceso vuelven a aparecer, y aunque los inversionistas quieren pensar que “esta vez es diferente”, los datos sugieren lo contrario.

 

Mercados de crédito: el espejismo de la perfección

Según The Economist (2025), el diferencial entre los bonos corporativos y los bonos del Tesoro estadounidense ha caído a su nivel más bajo desde 2007. Los bonos “basura” apenas ofrecen un rendimiento adicional de 2.8 puntos porcentuales, muy por debajo del promedio histórico de 4.5 puntos. Algunas emisiones corporativas de primer nivel, incluso, pagan menos que los propios bonos del gobierno americano.

Este fenómeno refleja un optimismo irracional: el mercado está “priceado para la perfección”, como si el riesgo hubiese desaparecido. Pero los acontecimientos recientes muestran que esa perfección es ilusoria. En semanas recientes, Tricolor Holdings (prestamista automotriz subprime) y First Brands (fabricante de autopartes) se declararon en bancarrota, revelando redes de pasivos ocultos y posibles fraudes.

El punto no es que estas quiebras sean sistémicas, sino que ilustran un principio fundamental de los mercados: los periodos prolongados de estabilidad siemnran la semilla de la inestabilidad.

 

El auge del crédito privado: un riesgo fuera del radar

Desde la crisis financiera global, la regulación bancaria endurecida empujó a muchos inversionistas hacia los mercados privados de crédito, donde hoy existen más de 1.6 billones de dólares en préstamos en Estados Unidos. Este ecosistema, fuera del alcance total de los reguladores, ha crecido a la sombra, con estructuras complejas y poca transparencia.

Los inversionistas institucionales y fondos de desarrollo de negocios (BDCs) se han convertido en los nuevos intermediarios del riesgo. Sin embargo, los datos muestran señales preocupantes: 11% de las firmas privadas están pagando intereses con “pagos en especie” (IOUs), es decir, con promesas en lugar de efectivo. Es un recordatorio de que cuando la liquidez se evapora, el crédito puede convertirse en una ilusión contable.

La historia demuestra que los mercados de crédito se desinflan de manera silenciosa: no con un estallido, sino con una pérdida gradual de confianza.

 

Lecciones para México: el crédito no bancario también importa

México no es ajeno a este fenómeno. Las SOFOMs (Sociedades Financieras de Objeto Múltiple) y SOFIPOs (Sociedades Financieras Populares) han crecido aceleradamente en la última década, llenando vacíos que los bancos tradicionales no cubren: crédito al consumo, microfinanzas, pymes.

Este crecimiento, aunque positivo para la inclusión financiera, también implica riesgos estructurales. Muchas SOFOMs no están sujetas a la supervisión directa de la CNBV si no captan recursos del público, y su información financiera puede ser opaca. En cambio, las SOFIPOs sí están reguladas, pero su atractivo para inversionistas minoristas depende de un elemento crítico: la existencia de un seguro de depósitos.

En México, el IPAB (Instituto para la Protección al Ahorro Bancario) protege hasta 400,000 UDIS (aproximadamente 3.3 millones de pesos) por persona y por institución, pero solo aplica a bancos. Las SOFIPOs cuentan con su propio esquema de protección a través del Fondo de Protección de Sociedades Financieras Populares, que cubre hasta 25,000 UDIS (unos 200,000 pesos) por ahorrador. Las SOFOMs, en cambio, no tienen ningún seguro de depósitos.

Y aquí conviene recordar una verdad empírica, tantas veces ignorada: los rendimientos esperados altos siempre implican riesgos altos. Tal vez el riesgo no sea visible o evidente —puede esconderse en la falta de regulación, en la opacidad de la información o en la liquidez limitada—, pero está ahí. En el largo plazo, nadie obtiene un retorno extraordinario sin asumir un riesgo equivalente. Si una inversión promete más que el promedio del mercado, hay una razón: usted está asumiendo más riesgo, aunque no lo vea.

Esto significa que, ante una crisis de crédito similar a la de Estados Unidos, los inversionistas mexicanos expuestos a SOFOMs podrían enfrentar pérdidas directas.

 

El espejismo del alto rendimiento

En épocas de tasas de interés elevadas, el apetito por retornos “alternativos” aumenta. Sin embargo, cuando los diferenciales se comprimen y los riesgos son mal compensados, el inversionista está cobrando centavos frente a una aplanadora. La rentabilidad aparente de un instrumento no regulado o mal estructurado puede desaparecer con el primer default.

Los inversionistas prudentes entienden que la seguridad de un portafolio no se mide por el rendimiento esperado, sino por la solidez del activo en escenarios adversos. La verdadera gestión de riesgo consiste en preguntarse no cuánto puedo ganar, sino cuánto puedo perder y sobrevivir para el siguiente ciclo.

 

Conclusión: prudencia, diversificación y asesoría profesional

Los paralelos con 2007 son incómodos, pero necesarios. Cuando los mercados están más tranquilos y los rendimientos parecen seguros, es precisamente cuando el riesgo sistémico se disfraza de estabilidad.

Para los inversionistas mexicanos, la lección es doble:

  1. Diversificar entre instrumentos regulados y supervisados, priorizando aquellos con esquemas claros de protección al ahorro.
  2. Evitar la ilusión de seguridad en instrumentos opacos o con información limitada, especialmente en el crédito no bancario.

En un entorno de tasas bajas y diferenciales mínimos, el valor no se encuentra en perseguir décimas de rendimiento, sino en preservar el capital y mantener la liquidez para cuando las oportunidades reales aparezcan.

Además, la diversificación no es solo una estrategia, sino una disciplina: distribuir el riesgo entre activos, sectores y geografías permite sobrevivir a los ciclos económicos que inevitablemente llegan. La historia demuestra que quienes diversifican consistentemente —­aun con rendimientos modestos— acumulan más riqueza a largo plazo que quienes persiguen el rendimiento del momento.

Finalmente, contar con la guía de un asesor financiero profesional puede marcar la diferencia entre proteger el patrimonio y exponerse innecesariamente al riesgo. Un asesor calificado no solo ayuda a interpretar los mercados, sino a diseñar una estrategia integral alineada con los objetivos, el horizonte de inversión y la tolerancia al riesgo de cada persona.

En los mercados de crédito, como en la vida, la sabiduría está en evitar lo que no se entiende. Y la prudencia —acompañada de diversificación y asesoría— sigue siendo la mejor defensa frente a los inevitables ciclos de la economía.

  • The Economist, “Credit markets look increasingly dangerous,” October 2, 2025.
  • Lincoln International, “Private Markets Update Q2 2025.”
  • Fitch Ratings, “Global Credit Outlook 2025.”
  • CNBV, Información regulatoria de SOFOMES y SOFIPOS, 2025.
  • IPAB, Protección al Ahorro Bancario en México, 2025.
  • Banco de México, Reporte de Estabilidad Financiera, 2025.
  • INEGI, Estadísticas del Sector Financiero No Bancario en México, 2025.

Autor

Julio Cacho

Autor

Julio Cacho

Miembro de la Facultad de Economía en Rice University, especialista en inversiones cuantitativas y gestión de riesgos con más de 20 años de experiencia. Ha publicado diversos artículos en revistas académicas. Actuario y Economista (ITAM) con Doctorado en Economía y Finanzas por Princeton University.