¿Inversión o apuesta? Cuando los mercados se parecen a un casino.

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Desde hace casi un siglo, grandes economistas han advertido que los mercados financieros pueden adquirir un aire de casino. En 1936, John Maynard Keynes señaló que el desarrollo del capital podía volverse un mero subproducto de la especulación. Décadas después, Jack Bogle —fundador de Vanguard— criticó a Wall Street como un casino donde solo los croupiers ganaban de manera consistente. Más recientemente, diversos líderes empresariales han subrayado que el comportamiento de los mercados se asemeja cada vez más a un juego de azar.

Hoy, esa metáfora se acerca peligrosamente a la realidad. En Estados Unidos, la frontera entre inversión y apuesta se ha vuelto difusa.

 

El nuevo terreno: mercados de predicción y apuestas reguladas

La evolución regulatoria ha abierto un escenario inédito. En 2018, la Suprema Corte permitió que los estados legalizaran las apuestas deportivas, hoy presentes en 39 de los 50 estados. Más recientemente, plataformas como Kalshi han ganado batallas legales para ofrecer contratos de eventos (event contracts), en los que los participantes reciben un pago binario según se cumpla o no un resultado — como la elección presidencial o el marcador de un partido.

Kalshi no se quedó en eventos políticos: ahora ofrece mercados sobre estadísticas de jugadores en la NFL, diferenciales de marcadores e incluso el momento de la salida a bolsa de SpaceX. La participación ha sido masiva. Robinhood, la plataforma que simbolizó la fiebre de las meme stocks en 2021, ya distribuye estos contratos entre sus usuarios. Se estima que solo en deportes se han negociado más de 1,400 millones de dólares bajo este formato.

La frontera entre finanzas y apuestas se vuelve aún más porosa con la entrada de gigantes tradicionales: FanDuel — la mayor casa de apuestas deportivas en EE. UU.— se alió con el Chicago Mercantile Exchange (CME), el mercado de futuros más grande del mundo, para lanzar contratos basados en índices bursátiles, precios del petróleo o crecimiento del PIB. Para algunos usuarios recreativos, esos contratos pueden parecer “aburridos”. Sin embargo, si los tribunales validan mercados sobre deportes, el andamiaje ya estaría listo para ofrecer, en la práctica, apuestas deportivas en estados donde aún no están legalizadas. Al mismo tiempo, inversionistas institucionales podrían colocar apuestas binarias sobre elecciones o eventos financieros (fusiones, salidas a bolsa, etc.) en plataformas establecidas.

 

¿Inversión productiva o suma cero?

Aquí surge la distinción crucial:

  • La inversión canaliza recursos hacia la producción, impulsa el crecimiento económico y, cuando está bien diversificada, reparte beneficios entre múltiples participantes.
  • La apuesta, en cambio, es un juego de suma cero: lo que uno gana es exactamente lo que otro pierde, con la “casa” asegurando su comisión.

El riesgo es que, si los mercados financieros se convierten en plataformas de apuestas masivas, se erosiona la función esencial del capital: financiar proyectos productivos y generar riqueza de largo plazo. Si tratamos a los mercados como casinos, terminamos obteniendo resultados de casino.

 

Psicología del juego y el inversionista mexicano

La experiencia estadounidense ofrece lecciones claras para México. Aunque aquí los mercados de predicción todavía no tienen un marco regulatorio definido, el comportamiento especulativo ya se observa en fenómenos como:

  • trading de muy corto plazo en criptomonedas;
  • compraventa de acciones impulsada por rumores o por redes sociales;
  • y la obsesión con “apuestas” rápidas en derivados sin un análisis de fundamentos.

Estos comportamientos se parecen más a las apuestas deportivas que a la inversión sólida. El peligro es confundir volatilidad con oportunidad. La evidencia académica muestra que quienes intentan “ganarle al mercado” mediante apuestas recurrentes tienden, en promedio, a obtener peores resultados que quienes mantienen portafolios diversificados, de bajo costo y de largo plazo.

 

¿Qué hacer frente a la “gamificación” del mercado?

  1. Definir propósito y horizonte. Si el objetivo es construir patrimonio, la estrategia no puede descansar en binarios de corto plazo, por más seductores que parezcan.
  2. Diversificar y minimizar costos. La diversificación reduce riesgos no remunerados; las comisiones bajas preservan el rendimiento compuesto.
  3. Separar entretenimiento de inversión. Si alguien decide “apostar” una fracción marginal de su patrimonio, que lo trate como entretenimiento y no como estrategia central.
  4. Medir el riesgo en términos de liquidez y de comportamiento. La peor pérdida no siempre es la de mercado, sino la que obligan los errores de conducta: capitular en caídas, sobre-operar, concentrar en modas pasajeras.

 

Reflexión final: de la ruleta al portafolio

El atractivo de estos nuevos contratos es evidente: sencillez, adrenalina y la ilusión de control sobre lo impredecible. Sin embargo, para los inversionistas serios —en especial en México— conviene recordar la diferencia fundamental entre juego y construcción de patrimonio.

Un portafolio diversificado en acciones globales, bonos, bienes raíces e incluso materias primas (commodities) no es un casino; es una máquina de crecimiento que, a lo largo de décadas, transforma ahorro en capital productivo. El reto es resistir la tentación de la apuesta disfrazada de inversión y mantener disciplina, paciencia y un marco racional.

La evidencia muestra que los inversionistas que diversifican sus portafolios reducen riesgos innecesarios y logran rendimientos más estables en el tiempo, a diferencia de quienes concentran sus decisiones en “apuestas” de corto plazo. Y aunque la diversificación es el camino más seguro, también exige conocimiento técnico, acceso a mercados adecuados y una visión de largo plazo que, con frecuencia, se fortalece con la asesoría profesional.

En un mundo donde la línea entre apuesta e inversión se difumina, el verdadero diferenciador es contar con una estrategia clara de largo plazo, un portafolio bien diversificado y, de ser posible, la guía de un asesor financiero que ayude a separar el ruido del mercado de las oportunidades reales.

  • The Economist. “Gambling or investing? In America, the line is increasingly blurred”. 28 de agosto de 2025.
  • Bogle, J. (1999). Common Sense on Mutual Funds. Wiley.
  • Buffett, W. (2023). Berkshire Hathaway Annual Letter.

Autor

Julio Cacho

Autor

Julio Cacho

Miembro de la Facultad de Economía en Rice University, especialista en inversiones cuantitativas y gestión de riesgos con más de 20 años de experiencia. Ha publicado diversos artículos en revistas académicas. Actuario y Economista (ITAM) con Doctorado en Economía y Finanzas por Princeton University.