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The Story

Apple: La manzana no cae lejos del árbol

Pocas marcas tienen la dicha de haber cambiado el mundo. Apple, no solo cambió la forma en la que millones de personas viven su día a día, sino que rediseñó, reimaginó y cerró la brecha tecnológica para millones de personas.

25 AGO 25

13 MIN DE LECTURA

Pocas marcas tienen la dicha de haber cambiado el mundo. Apple, no solo cambió la forma en la que millones de personas viven su día a día, sino que rediseñó, reimaginó y cerró la brecha tecnológica para millones de personas. Esta, más que la historia de una empresa o de un genio creativo, es el relato de una visión audaz que nació en Silicon Valley y redefinió industrias enteras.

Hoy en The Story de GBM… repasamos cómo Apple pasó de ser una startup con una idea distinta a una fuerza imparable que definió el siglo XXI. Más que productos, ha moldeado comportamientos y creado una comunidad global. Entender la historia de Apple es entender el poder de unir diseño, tecnología y visión a largo plazo.

Apple vuelve al escenario

Este 9 de junio de 2025, Apple abrirá su Conferencia Mundial de Desarrolladores con un keynote que promete mucho más que lanzamientos: será una mirada al futuro del ecosistema más influyente del mundo tecnológico. Desde Cupertino, se anticipan avances en inteligencia artificial, nuevas versiones de iOS y macOS, y señales de lo que viene para Vision Pro, Apple Music y, quizás, una nueva etapa para Siri.

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Esta es una de las dos conferencias anuales que realiza Apple. La primera está enfocada en la innovación de software, mientras que la segunda, llamada la conferencia anual, es en septiembre y se enfoca en la innovación de hardware, en donde se presentan los nuevos productos como las nuevas versiones del iPhone, iPad y más. Estas conferencias son súper relevantes y están siempre en el ojo de los inversionistas y amantes de la tecnología, pues sus novedades se aplican a la mayoría de los productos de Apple y nos dejan entrever el futuro de la compañía y sus productos. Más que eventos de lanzamiento, estas conferencias son declaraciones estratégicas que marcan el camino de una de las empresas más valiosas del mundo, tanto en innovación como en narrativa.

Estos eventos han marcado hitos tecnológicos importantes:

  • En octubre de 2001, el iPod prometió 1,000 canciones en tu bolsillo.
  • El 9 de enero de 2007, el iPhone revolucionó al fusionar teléfono, navegador y reproductor musical. 
  • En abril de 2010, el iPad redefinió la productividad y el entretenimiento. 
  • En 2020, el chip M1 transformó sus computadoras.
  • Y, en junio de 2023, el Vision Pro inauguró la era de la computación espacial.

Desde la entrada decisiva al streaming con Apple Music en junio de 2015, pasando por el posicionamiento financiero con Apple Pay y el fortalecimiento del ecosistema mediante Apple One, cada anuncio fortalece la idea de que Apple vende más que productos: vende experiencias. Esta fue la ideología que definió a Apple desde que Steve Jobs empezó la revolución tecnológica. 

Un nuevo lenguaje para la tecnología

Steve Jobs nació en 1955, fue adoptado por Paul y Clara Jobs, y creció en una casa modesta en Mountain View, California. Desde joven, se sintió diferente: intensamente curioso, inconforme con la autoridad y profundamente sensible al diseño y la estética. Su paso por Homestead High School fue irregular; se aburría con facilidad, pero encontraba pasión en los talleres de electrónica. Después entró a Reed College en Oregón, ahí se interesó por la tipografía, el budismo zen y la caligrafía. Aunque abandonó la universidad formalmente, se colaba a clases de diseño por placer. Esa experiencia lo marcó profundamente: ahí nació su obsesión con la armonía visual, la simplicidad funcional y la idea de que la tecnología debía ser estéticamente bella, no solo útil. Su adolescencia fue una mezcla de rebeldía, espiritualidad oriental, experimentación con nuevas ideas y una profunda fascinación por la tecnología.

Fue en la secundaria donde conoció a Steve Wozniak, un genio de la ingeniería con manos de artesano y mente de hacker. Jobs vio en Woz una posibilidad: transformar el talento técnico en producto. Wozniak, por su parte, encontraba en Jobs a alguien capaz de conectar ideas con el mundo real. Eran distintos, pero complementarios, dos fuerzas del yin y yang.

En 1976, construyeron la computadora Apple I en el garaje de la casa de Jobs. No tenía pantalla, ni carcasa, ni sistema operativo completo. Pero tenía algo más poderoso: la visión de que las computadoras podían salir de los laboratorios y entrar en las casas. Con la ayuda de Mike Markkula, ex ejecutivo de Intel, fundó Apple Computer Inc. oficialmente en 1977. El éxito comercial llegó rápidamente con la Apple II, que destacó por su elegancia y sencillez de uso.

El 12 de diciembre de 1980, Apple salió a bolsa con una oferta pública inicial histórica, convirtiendo en millonarios a más de 300 empleados. Así nació en Silicon Valley una leyenda; Apple no solo era una empresa, era la antítesis de IBM, habían logrado humanizar la tecnología y convertirla en estilo de vida. Jobs quería transformar culturas y contar historias, y lo logró.

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En su IPO de 1980, Apple vendió 4.6 millones de acciones a $22 dólares cada una, logrando una valoración inicial de aproximadamente $1,800 millones de dólares.

Una computadora para artistas, no para ingenieros

En 1984, Steve Jobs presentó la Macintosh al mundo con un comercial dirigido por Ridley Scott, transmitido durante el Super Bowl. El mensaje era claro: Apple venía a desafiar al “Gran Hermano” corporativo que representaba IBM. Jobs no quería construir otra computadora técnica, quería crear una herramienta que empoderara a creadores: diseñadores, escritores y artistas. La Mac fue la primera computadora personal con interfaz gráfica, tipografías seleccionables y un ratón para navegar por el sistema operativo.

Pero esa visión tenía un costo. Jobs era impaciente, demandante y tan perfeccionista que podríamos diagnosticarlo de obsesivo. La Mac, aunque revolucionaria, fue cara y no vendió como se esperaba. Internamente, su liderazgo generaba divisiones. El equipo original de la Mac vivía bajo presión constante y la relación de Jobs con el CEO John Sculley comenzó a deteriorarse. En 1985, Jobs fue obligado a dejar la empresa, se llevó consigo una herida profunda y una sed de demostrar que podía construir algo mejor. Fundó NeXT, una compañía de software y hardware enfocada en el mundo académico y empresarial, cuyo sistema operativo sería la base de macOS años después.

Paralelamente, adquirió por $5 millones una pequeña división de Lucasfilm dedicada a la animación digital: Pixar. Aunque la industria la veía como una apuesta marginal, Jobs invirtió su tiempo, dinero y reputación. En 1995, Pixar estrenó Toy Story, el primer largometraje animado completamente por computadora, y cambió el cine para siempre. La compañía se convirtió en un fenómeno global, y Steve Jobs en el mayor accionista individual de Disney tras la eventual venta de Pixar.

De regreso, con foco y hambre de redención

En 1997, Apple estaba al borde del colapso financiero. Había pasado de pionera a irrelevante. Su catálogo era caótico, sus productos eran indistinguibles y sus finanzas estaban en rojo. Fue entonces cuando se tomó una decisión inesperada: adquirir NeXT, la empresa que Jobs había fundado tras su salida. Ese movimiento no solo trajo consigo un sistema operativo moderno, sino algo más valioso: a Steve Jobs de regreso.

Jobs redujo drásticamente la línea de productos y consolidó todos los esfuerzos en una matriz simple de cuatro cuadrantes: computadoras de escritorio y portátiles, para consumidores y para profesionales. Despidió a cientos, eliminó proyectos sin rumbo y reactivó la cultura de obsesión por el detalle. Su visión ya no era la de un joven rebelde, era la de un fundador maduro que sabía exactamente qué no hacer.

Uno de sus movimientos más estratégicos fue aceptar una inversión de $150 millones de dólares de Microsoft para asegurar la continuidad de Office en Mac. Esa decisión —polémica en su momento— aseguró la viabilidad de la plataforma y fue acompañada por una campaña emblemática: Think Different. Con ella, Apple volvió a contar una historia: la de los que piensan distinto, la de los fuera de serie que ven las cosas de otra manera.

En 1998 llegó la iMac. Colorida, todo en uno, sin disquete y con puerto USB. Parecía salida del futuro. Fue un éxito rotundo, y no solo vendió, sino que restauró la reputación de Apple como creadora de objetos de deseo. A partir de ahí, el ritmo cambió. En 2001 llegó el iPod, y en 2003, la iTunes Store. Apple ya no era solo una compañía de hardware, estaba construyendo el primer ecosistema digital verticalmente integrado. Por primera vez, una empresa tecnológica diseñaba el dispositivo, el software y la plataforma de contenido. Eso no sólo fidelizaba a sus usuarios, también generaba márgenes excepcionales.

El día en que el futuro cupo en una mano

En 2007, Steve Jobs subió al escenario del Moscone Center en San Francisco y presentó el iPhone con una frase que cambiaría el rumbo de la historia tecnológica: “Hoy presentamos tres productos revolucionarios”. Mientras hablaba, la audiencia se dio cuenta de que no eran tres productos diferentes, sino uno solo. Un teléfono, un iPod con pantalla táctil y un dispositivo de comunicación por internet.

Con el lanzamiento de la App Store en 2008, Apple construyó el ecosistema más rentable de la historia moderna. Las aplicaciones no solo enriquecían la experiencia del dispositivo, sino que redefinían industrias enteras: transporte, música, fotografía, banca y compras. Todo esto gracias al iPhone. Los resultados fueron inmediatos. En apenas unos años, el iPhone representaba más del 50% de los ingresos de la compañía. Apple pasó de ser una empresa que vendía productos a una que vendía vivencias continuas. El usuario no compraba sólo un teléfono, compraba acceso a un universo integrado.

Detrás de ese éxito había algo más: eficiencia quirúrgica. Apple controlaba su cadena de suministro con precisión, diseñaba sus propios chips y construía márgenes operativos inigualables. En 2010, el iPad reforzó la idea de que la empresa no seguía tendencias, las creaba. Y, a la par, su caja de efectivo acumulaba montos como ninguna otra empresa en el planeta. Jobs, ya gravemente enfermo, había orquestado su obra maestra. Había sacado a Apple del abismo y la había colocado en la cima como la empresa más influyente, deseada y rentable del siglo XXI.

El negocio más valioso del mundo que vende un universo

Cuando Tim Cook asumió el mando en 2011, la pregunta era inevitable: ¿podría alguien continuar el legado de Jobs sin ser Jobs? La respuesta no fue un intento de imitarlo, sino una estrategia completamente distinta. Cook transformó a Apple en una máquina operativa impecable: dominó la cadena de suministro, impulsó márgenes y expandió su presencia global con precisión. Lanzó productos como el Apple Watch y los AirPods, que redefinieron las categorías de wearables y audio personal. Aún con esto, dónde Cook realmente innovó fue en servicios: Apple Music, iCloud, Apple Pay, Apple TV+ y Fitness+ convirtieron a la empresa en un ecosistema vivo, con ingresos recurrentes y lealtad sin precedentes.

Uno de los momentos más simbólicos de esta era fue el lanzamiento de Apple Music en 2015. Durante años, Apple había sido la fuerza dominante en la música digital gracias a iTunes. Pero el streaming cambió las reglas del juego. El nuevo servicio no solo representaba una apuesta por el futuro, sino una reconciliación con el pasado; ese mismo año, por primera vez, el catálogo completo de The Beatles llegó a las plataformas digitales, incluyendo Apple Music. Un gesto que cerraba un ciclo entre dos Apple históricamente distanciadas: la tecnológica y la discográfica.

Bajo el liderazgo de Cook, Apple tuvo logros históricos. En 2018, se convirtió en la primera empresa en alcanzar una valuación bursátil de $1 billón de dólares. En 2020, duplicó esa cifra. En 2022, alcanzó los $3 billones. Pero más allá de los números, lo que construyó fue una comunidad global de usuarios que no solo usan Apple, creen en Apple.

Quizá la verdadera innovación de Apple ha sido transformar tecnología en identidad. Su historia es la prueba de que las grandes ideas pueden empezar en un garaje, pero con visión, disciplina y diseño, pueden conquistar el mundo.

¿Y ahora qué? El próximo gran salto

Apple ya no es solo una empresa tecnológica: es un barómetro cultural. En 2024, la compañía lideró el mercado global de smartphones con un 23% de participación, superando a Samsung (16%) y Xiaomi (13%). El iPhone generó $201,180 millones de dólares en ingresos, representando el 51.45% de los ingresos totales de Apple.

La App Store facilitó $406,000 millones de dólares en ventas y facturación para desarrolladores en Estados Unidos, casi triplicando su tamaño desde 2019. Además, Apple invirtió $31,400 millones de dólares en investigación y desarrollo, enfocándose en inteligencia artificial y diseño de chips propios.

Con una inversión de $500,000 millones de dólares en Estados Unidos durante los próximos cuatro años, Apple busca fortalecer su infraestructura de IA y manufactura avanzada. Esta combinación de innovación, escala y enfoque estratégico refuerza su posición como una de las compañías más influyentes del mundo.

Porque más allá del futuro, lo que Apple ya logró es extraordinario. Redefinió industrias, marcó generaciones y construyó una comunidad global que no solo consume tecnología, sino que vive con ella. Para quienes buscan entender cómo se construyen los gigantes del siglo XXI, la historia de Apple es un referente obligado.

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