19 de octubre
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The Story
México no es solo tacos y mariachis, es tierra de grandes inventos
Cuando piensas en México, probablemente lo primero que venga a tu mente sean los tacos, el mariachi, las playas o el tequila. Y sí, todo eso forma parte de nuestra identidad. Pero hay otra cara menos evidente: la de un país que ha creado inventos capaces de transformar industrias enteras y cambiar el rumbo de la historia.
México ha estado detrás de descubrimientos que hoy damos por hecho, pero que en su momento fueron revoluciones. Esta es la historia de cómo el ingenio mexicano ha sido parte de nuestra cultura y del desarrollo global. Hablaremos del chicle que conquistó al mundo, de la televisión a color que cambió la forma de ver el entretenimiento, de las pastillas anticonceptivas que redefinieron la libertad de millones de mujeres y del Wi-Fi que nos conectó con todo el planeta. Hoy en The Story de GBM, exploramos cómo mentes mexicanas han dejado una huella profunda en el progreso del mundo.
El chicle es resina maya
¿Sabías que el primer “dulce” de muchos niños mayas era un pedacito de árbol? Arrancaban resina del chicozapote, la masticaban y listo. Ese fue el origen de lo que hoy conocemos como chicle, mucho antes de que existieran los empaques para llevar, los sabores variados y los anuncios de frescura. No era un lujo, era parte de la vida diaria. Los adultos lo usaban para calmar el hambre en jornadas largas, refrescar la boca en el calor y hasta en rituales. Algo tan simple como mascar chicle estaba conectado con lo sagrado y lo cotidiano al mismo tiempo.
En el siglo XIX, el chicle viajó fuera de México gracias a Antonio López de Santa Anna. Durante su exilio en Nueva York, se lo mostró a Thomas Adams, un inventor curioso que decidió adaptarlo. Adams lo procesó, le dio sabor y lo moldeó en pequeñas piezas. Así, lo que había sido una costumbre mesoamericana se transformó en la primera goma de mascar moderna. La Segunda Guerra Mundial lo globalizó por completo. Los soldados estadounidenses recibían chicle en sus raciones de comida y lo llevaban a Europa y Asia. En medio de la guerra, ese pedacito de goma era un lujo inesperado. Para el siglo XX, ya era se trataba de un ícono cultural. Masticar chicle se volvió un gesto de frescura, rebeldía y juventud. Inflar una burbuja pasó a ser un lenguaje propio, un símbolo de estilo. Un invento nacido en la selva maya había conquistado al planeta y se convirtió en parte del día a día de millones.
Hoy, la industria del chicle mueve más de 7 mil millones de dólares al año y está en manos de corporativos gigantes. Pero en la historia de cada pastilla masticable sigue viva la resina del chicozapote, esa que los mayas mascaban siglos atrás.
Mondelez International (NASDAQ: MDLZ) se ha posicionado como un referente en el mercado de chicles, con marcas como Trident y Chiclets. La empresa ha logrado un negocio rentable con presencia en más de 150 países y una participación relevante en un mercado altamente competitivo. Con fundamentos sólidos, exposición a mercados en expansión y un enfoque de retornos al accionista, MDLZ destaca como una oportunidad con potencial de crecimiento sostenido.
El joven que pintó las pantallas
Imagina tener apenas 23 años y cambiar para siempre la forma en que el mundo se mira a sí mismo. Eso fue lo que hizo Guillermo González Camarena, un ingeniero mexicano que, en 1940, presentó el primer sistema de televisión a color. Con piezas recicladas, cables improvisados y mucho ingenio, construyó un invento que transformaría el entretenimiento, la cultura y hasta la ciencia.
El mérito no fue solo técnico. En aquel entonces, la televisión en blanco y negro ya era un fenómeno creciente, pero Camarena se adelantó décadas a su tiempo. Patentó su sistema en México y Estados Unidos y lo aplicó a las primeras transmisiones de prueba en el país. La diferencia era abismal: las imágenes dejaban de ser sombras y contrastes para convertirse en escenas vibrantes, casi como mirar por una ventana.
En los años sesenta, la NASA utilizó su tecnología para transmitir imágenes desde el espacio. Y entonces ocurrió algo histórico: por primera vez, la humanidad vio la Tierra en colores reales. El azul de los océanos, el verde de los continentes y el blanco brillante de las nubes no eran ya ilustraciones, sino una visualización real de nuestro planeta. Esa imagen quedó grabada para siempre en la memoria colectiva y cambió la forma en que entendemos nuestro lugar en el universo. El efecto fue inmediato. La televisión se convirtió en una experiencia sensorial. Ver un partido, un concierto o las noticias ya no era informarse, era vivirlo. El color multiplicó las emociones, amplificó la cultura pop y transformó a la televisión en el medio más influyente del siglo XX.
La industria audiovisual, que incluye televisión, cine, publicidad y streaming, genera más de $700 mil millones de dólares anuales a nivel global. Y en cada pantalla encendida todavía respira el legado de un joven ingeniero mexicano que se negó a aceptar que el mundo se viera en blanco y negro.

Desde la masificación de la televisión a color en los años 60, varias empresas han sido beneficiadas en distintas etapas de la evolución del consumo audiovisual. Estas compañías se pueden agrupar en dos categorías: fabricantes de tecnología y plataformas de contenido:
En la primera categoría destacan TCL Corporation (0072.HK), Samsung Electronics (005930.KS) y Sharp Corporation (6753.T), estas empresas lideraron la fabricación y distribución de televisores a color y, más adelante, evolucionaron hacia tecnologías como pantallas UHD, OLED y dispositivos inteligentes conectados.
En cuanto al contenido, empresas como Netflix (NFLX) y Amazon (AMZN), a través de Prime Video, fueron pioneras en transformar el consumo tradicional hacia plataformas de streaming. TelevisaUnivision (TGISB.MX) también logró adaptarse, lanzando ViX para mercados hispanohablantes. Disney (DIS), por su parte, consolidó su presencia en streaming con Disney+ y ESPN, amplió su alcance más allá de la televisión convencional. Alphabet (GOOGL), con YouTube, se convirtió en un jugador clave del video digital, cerrando el ciclo entre la televisión tradicional y el contenido en línea.
La televisión a color no solo cambió la forma en que se consumía contenido, sino que también impulsó modelos de negocio en publicidad, fabricación de tecnología y distribución masiva. La llegada del internet y las plataformas OTT aceleró aún más este cambio.
Una revolución en una pastilla
Hay inventos que modifican la tecnología, otros que replantean la cultura… y otros que cambian la vida misma. En 1951, en un laboratorio de la farmacéutica Syntex en la Ciudad de México, un joven químico de apenas 26 años, Luis E. Miramontes, sintetizó la noretisterona. Lo que parecía solo un avance más en la química médica terminó convirtiéndose en la base de la primera pastilla anticonceptiva del mundo.
Detrás del hallazgo también estuvieron George Rosenkranz, un químico húngaro nacionalizado mexicano, y Carl Djerassi, científico austriaco que colaboraba con Syntex. Juntos, lograron sintetizar una hormona activa por vía oral que revolucionaría la medicina. El trabajo del equipo en México fue tan trascendental que cambió para siempre la historia de la salud reproductiva. El impacto fue inmediato. Por primera vez en la historia, millones de mujeres podían decidir sobre su maternidad y la humanidad entera podría tener control de la fertilidad. La pastilla no solo transformó la medicina: abrió la puerta a la revolución sexual, impulsó el acceso a la educación superior y facilitó la entrada de más mujeres al mercado laboral. Era mucho más que un medicamento: era una llave de libertad.
Las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud reconocen a la pastilla anticonceptiva como uno de los inventos más importantes del siglo XX. Y no es para menos: estudios muestran que, en países donde se popularizó, las mujeres que utilizaron la pastilla tenían hasta un 20% más probabilidades de terminar la universidad y de incorporarse a empleos de mayor ingreso. La economía global también cambió: con más mujeres trabajando y aportando, la productividad se disparó. Hoy, más de 150 millones de mujeres en el mundo utilizan anticonceptivos orales, una cifra que demuestra la magnitud de un invento que no solo transformó la salud reproductiva, sino que redefinió familias, carreras y sociedades enteras.

El negocio de las pastillas anticonceptivas ha generado beneficios significativos para grandes farmacéuticas internacionales, muchas de ellas listadas en bolsa (las encuentras en tu app de GBM). Entre las principales empresas destacan:
- Bayer AG (BAYN, Bolsa de Frankfurt), líder en productos anticonceptivos como la pastilla Yasmin y el DIU Mirena, con fuerte presencia en Latinoamérica.
- Pfizer Inc. (PFE, NYSE) participa con una gama diversa de productos farmacéuticos, incluidos anticonceptivos orales.
- Teva Pharmaceutical Industries (TEVA, NASDAQ) se ha posicionado como uno de los mayores fabricantes de genéricos, entre ellos anticonceptivos femeninos.
- AbbVie Inc. (ABBV, NASDAQ), tras adquirir Allergan, también tiene participación en este segmento con productos reconocidos.
- Organon (OGN, NYSE), escindida de Merck & Co., está enfocada en salud femenina y ha construido una oferta sólida de anticonceptivos.
- Y, finalmente, Johnson & Johnson (JNJ, NYSE) mantiene una presencia constante tanto en anticonceptivos orales como en otros dispositivos médicos para control reproductivo.
Wi-Fi: el código invisible que conecta al mundo
Hoy damos por hecho que podemos abrir la laptop, el celular o la tablet y estar conectados en segundos. Pero esa magia invisible, el Wi-Fi, también tiene raíces mexicanas. En los años noventa, investigadores del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) en Puebla desarrollaron distintos algoritmos que terminaron integrándose en el estándar global de Wi-Fi. Fue un aporte discreto y, a la vez, importantísimo: liberó al internet de los cables y lo convirtió en algo portátil y universal.
La diferencia fue tan grande que cuesta imaginar la vida antes. Sin Wi-Fi, no habría home office, ni clases en línea, ni videollamadas de cumpleaños. No existiría Netflix, Spotify o Uber. Más del 70% del tráfico global de datos viaja hoy a través de redes Wi-Fi, es la infraestructura invisible que hace posible nuestra vida digital. El impacto económico es enorme: la conectividad inalámbrica sostiene industrias valuadas en billones de dólares, desde el comercio electrónico hasta la nube. Y todo ese ecosistema se apoya en un invento que, en parte, nació del ingenio mexicano.
El Wi-Fi es un recordatorio de cómo la innovación tecnológica local puede escalar a nivel global. Compañías como Apple (AAPL), Microsoft (MSFT) y Alphabet (GOOGL), todas incluidas en el ETF QQQ, han construido imperios sobre esa conectividad. Invertir en tecnología no es solo invertir en dispositivos, es invertir en la red que lo hace todo posible.
El México que inventa
Cuatro inventos, cuatro épocas distintas, cuatro ideas que nacieron aquí y reescribieron la historia. Estos descubrimientos no son anécdotas aisladas, sino la prueba de algo más grande: México nunca ha sido solo tradición y cultura, también es innovación, ciencia y audacia. Cada uno de estos inventos cambió el rumbo de industrias enteras y, con ellas, la forma en que vivimos.
Y si lo hicimos antes, podemos hacerlo otra vez. Hoy México está lleno de mentes jóvenes que programan, diseñan, investigan y emprenden. En cada laboratorio, en cada startup, en cada universidad y hasta en cada garaje, hay alguien intentando crear lo próximo que cambie al mundo. Para los inversionistas, la lección es clara: apostar por México no es un acto romántico ni patriótico, es una estrategia inteligente. Porque aquí las ideas no se quedan locales, se expanden, cruzan fronteras y cambian la historia.