8 de septiembre
Actualizado: hoy a las 12:25 pm

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The Story – El Oktoberfest impulsa la economía bávara

Conforme se acerca el otoño, el estado de Baviera, en Alemania, se prepara para dar el banderazo de salida a uno de los festivales más importantes del planeta: el Oktoberfest. A menudo comparado con el Mardi Gras de Nueva Orleans o el Carnaval de Río de Janeiro, en sus casi dos siglos de historia, el Oktoberfest se ha convertido en un símbolo global de la identidad alemana.
El centro del evento es la cerveza, pero tradiciones como la danza, los trajes típicos y la gastronomía alemana complementan esta enorme fiesta que, el año pasado, reunió a más de 7.2 millones de personas en el centro de Múnich.
Hoy, en The Story… Analizamos el impacto económico que tiene el Oktoberfest.
La historia del Oktoberfest
Durante años, la región de Baviera fue uno de los electorados más importantes del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, tras la derrota del Imperio ante las fuerzas francesas en la batalla de Austerlitz, Napoleón buscó consolidar su poder en el centro de Europa negociando con distintos liderazgos regionales. Uno de ellos fue Maximiliano I José, que tomó el trono de Baviera en 1806.
Pocos años después, el rey aprovechó el casamiento de su hijo, el príncipe heredero, para realizar una celebración que buscaba consolidar el sentimiento nacional bávaro. Con esto en mente, el príncipe Luis y la princesa Teresa de Sajonia-Hildburghausen contrajeron nupcias el 17 de octubre de 1810 en el centro de Múnich. La fiesta duró cinco días completos y terminó con una carrera de caballos. Los invitados la pasaron tan bien que el evento se volvió una tradición cada año.
Desde su primera edición en 1810, el Oktoberfest solo se ha cancelado en 26 ocasiones. La primera fue en 1813 por las guerras napoleónicas, pero también se tuvo que suspender por varias epidemias de cólera, las dos guerras mundiales y la pandemia de COVID-19.
En sus primeros años, el Oktoberfest giraba en torno a distintas actividades y juegos relacionados con las carreras de caballos, algo muy popular entre los bávaros de la época. Desde entonces y hasta la fecha, el festival se realiza en el mismo lugar donde se casaron el príncipe Luis y la princesa Teresa, bautizado como Theresenwiese, que se traduce del alemán como “el prado de Teresa”.
Aunque parece contradictorio, en sus orígenes, la cerveza no estaba presente en el Oktoberfest. De hecho, la primera concesión para vender esta bebida en el festival se otorgó hasta 1815, pero rápidamente comenzó a ganar popularidad como una de las piezas fundamentales de la fiesta. En sus crónicas, el historiador Jeffrey Gaab dejó constancia de que, para la edición de 1835, se consumieron cerca de 250,000 litros de cerveza. Año con año, el consumo de cerveza crecía tanto que, en 1895, las fábricas locales tuvieron que comenzar a construir cervecerías temporales para lograr abastecer la demanda del Oktoberfest.

Vía: National Geographic y Gobierno de Múnich
Con el paso del tiempo, el festival dejó de realizarse en octubre, como su nombre lo decía, y se adelantó unas semanas para evitar las intensas lluvias que afectan al centro de Alemania durante el décimo mes del año. Así, desde inicios del siglo XX, la fiesta comienza a mediados de septiembre y se extiende durante 15 días, casi siempre finalizando el primer fin de semana de octubre.
Aunque por años la Asociación Agrícola Bávara fue la responsable de la realización del Oktoberfest, desde hace más de un siglo, el gobierno de Múnich tomó la batuta y es el encargado de organizar esta fiesta de folklore. De hecho, cada año, el festival comienza cuando el alcalde perfora un barril de cerveza con un martillo al grito de O’ zapft is (ya está abierto). Y así, con impulso gubernamental, respaldo de los habitantes y un clamor por parte de los visitantes, el Oktoberfest se ha convertido en un importante motor de la economía de Bavaria.
Un catalizador de la economía local
Con más de 7 millones de visitantes cada año, es lógico que el Oktoberfest sea un pilar de desarrollo para Múnich. Tan solo el año pasado, el festival dejó ingresos por 1,250 millones de euros, lo que representó el 2% del Producto Interno Bruto (PIB) de Múnich en el 2023, según cifras oficiales del gobierno de la ciudad.
Y es que el volumen de visitantes, infraestructura y proveedores que hacen posible la realización de esta fiesta de dos semanas implica movilizar industrias tan variadas como la hotelería, el transporte, los servicios de restaurantes y alimentos, así como el comercio local que se ve enormemente beneficiado del flujo de visitantes tanto en el interior del festival como en toda el área.
Según cifras del Departamento de Trabajo y Desarrollo Económico de la ciudad de Múnich, solamente dentro de las carpas que se instalaron en el Theresenwiese durante la edición del 2023 se reportaron ingresos por 442 millones de euros. En total, cada visitante gastó un promedio de €70 durante su estancia en el Oktoberfest, tanto en las carpas como en otras zonas del festival.
La inflación también ha hecho sus efectos en el Oktoberfest. Para la edición 2024, el precio de las cervezas oscilaron entre 13.60 y 15.30 euros; mientras que el año pasado tenían un costo de entre 12.60 y 14.90 euros.
Aunque, en promedio, el 58% de los visitantes al Oktoberfest son ciudadanos de Múnich, una de las industrias que más se beneficia del festival es la de la hotelería. Con 13% de los visitantes llegando desde distintos lugares de Bavaria, 15% de otros estados de Alemania y un 14% de otros países del mundo como Estados Unidos, Suiza, Italia y Reino Unido; son millones las personas que necesitan un hotel para dormir.
Se estima que, tan solo el año pasado, el Oktoberfest le dejó una derrama económica de 505 millones de euros a la industria hotelera local.
Por su puesto, la industria cervecera local es una de las grandes beneficiadas del Oktoberfest. Quizá algo sorprendente es que son pocas las cervecerías que pueden ofrecer sus bebidas en las famosas carpas del festival, pues deben superar varios criterios para ser aceptadas. El primero es que las cervezas deben estar fabricadas dentro de los límites de la ciudad de Múnich, lo que descarta una enorme cantidad de etiquetas.
Cada barril también debe aprobar la Reinheitsgebot, una ley decretada en 1516 por Guillermo IV de Baviera para establecer la pureza de la cerveza. En el contexto del Oktoberfest, este decreto establece que solamente los barriles de cerveza que superen los 13.5 grados de alcohol se podrán ofrecer en el festival. De esta forma, solamente seis cervecerías están autorizadas para instalar sus carpas: Augustiner, Hacker-Pschorr, Hofbräu, Löwenbräu, Paulaner y Spaten.
Obviamente también se ofrecen otro tipo de bebidas en el Oktoberfest. De hecho, con el aumento de las temperaturas en Europa, las bebidas no alcohólicas han cobrado popularidad en el festival, al grado de duplicar sus ventas en el 2023.


La cantidad de bebidas que se consumen cada año hacen que la inversión de instalar cada carpa, que oscila entre uno y dos millones de euros, se recupere fácilmente. Tan solo en el 2023, el gobierno de Múnich reportó que las carpas dejaron ganancias por más de 300 millones de euros.
Por eso, las cervecerías participantes le apuestan a mejorar sus carpas, capacitar a más personal, poner guardias de seguridad e, incluso, contratar bandas de música local que pueden cobrar hasta €200,000 por participar en el evento. Gracias a todo esto, el Oktoberfest es responsable de la creación de hasta 13,000 empleos directos e indirectos.
Oktoberfest, ¿un reflejo de la Alemania moderna para el mundo?
Desde su primera edición en 1810, el Oktoberfest ha servido para mostrar al mundo lo mejor de la cultura alemana. Y, si bien las tradiciones se mantienen casi intactas, es cierto que en estos más de dos siglos de historia, el país ha experimentado profundas transformaciones. Desde la consolidación en un Estado-nación, la transición de la dictadura nazi a una república democrática y, más recientemente, el liderazgo alemán del bloque europeo, Alemania es un país que ha modificado profundamente la forma en que es percibido en el mundo.
En las últimas décadas, como la principal economía de la Unión Europea, Alemania se ha puesto a la cabeza para impulsar agendas clave en Bruselas, tal como la transición energética. Desde hace años, Alemania adoptó una política de protección del clima regida bajo los compromisos del Acuerdo de París, con la que buscan que el país alcance la neutralidad climática para el 2045.

Vía: Tatsachen über Deutchsland
El Oktoberfest no es ajeno a los esfuerzos climáticos del país. Desde la edición de 1991, se han establecido distintas normas para el manejo de los residuos del festival, que poco a poco se ha acercado a la sustentabilidad. Desde 1995, todos los vendedores que quieren ofrecer sus productos en las distintas carpas del festival deben realizar un proceso en el cual suman “eco-points” para calificar y ser aceptados como vendedores oficiales.
Esta especie de rally sustentable premia con puntos a aquellos participantes que, por ejemplo, utilicen aceite biodegradable, ofrezcan productos orgánicos y de proximidad para incentivar el comercio regional justo, y adopten medidas de ahorro de energía como paneles solares.
En 2016, la carpa de la rosticería Ammer se convirtió en la primera en toda la historia del festival en ser climáticamente neutral. Esto lo consiguieron al compensar las emisiones de dióxido de carbono a través de programas sociales y ambientales en varias partes del mundo. Por ejemplo, han desarrollado cocinas eficientes para familias en Nigeria, han desarrollado sistemas que convierten los desechos del cultivo de semillas de mostaza para crear electricidad en India o han construído plantas de biogás en Kenia. Todas estas iniciativas no solo son vitales para la sustentabilidad del Oktoberfest, sino que han servido como una herramienta de poder suave para mejorar el posicionamiento de Alemania en el escenario global.
Este poder suave alemán ha sido capaz de influir en varios países del mundo que, desde hace décadas, organizan sus propios Oktoberfest. Algunos eventos son muy populares en lugares con una gran comunidad alemana como la provincia de Córdoba, en Argentina; o en países como Chile, Estados Unidos, España, Colombia y Canadá. Uno de los Oktoberfests más populares fuera de Alemania es el que se celebra cada año en Blumenau, Brasil, y que, se dice, atrae casi al mismo número de visitantes que el original de Múnich.
Ya sea con un clásico y local prost, o con un salud, cheers, santé, saúde, skål o lechaim, pero hoy el mundo alza un tarro de cerveza en cada Oktoberfest para celebrar el muy global ritual de juntarse entre amigos.