30 de diciembre
Actualizado: hoy a las 10:11 am
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The Story
Tiempo y paciencia: La clave de grandes fortunas
Todas las recesiones económicas de la historia tienen algo en común: terminan. No importa cuán profunda o prolongada haya sido una crisis, la economía siempre ha encontrado la manera de recuperarse. Comprender esta dinámica puede ayudarte a mantener la calma cuando los mercados están en rojo y a tomar decisiones más racionales en medio de un mundo que es, por naturaleza, incierto.
Hoy en The Story te contamos que la historia nos ha repetido una y otra vez que, aunque el mercado ha enfrentado algunas caídas, siempre logra recuperarse, premiando al inversionista que mantiene su posición con paciencia y que invierte con una visión a futuro.
Daniel, un inversionista ejemplar
Daniel, un personaje que inventamos para efectos de este texto, se ha beneficiado del constante crecimiento de los mercados accionarios en Estados Unidos, especialmente del rendimiento del S&P500. Daniel Torres nació en 1950 en una familia de clase media en Chicago. Su padre era contador y desde pequeño le enseñó el valor del ahorro y la importancia de pensar a largo plazo. A los 12 años abrió su primera cuenta de ahorros; a los 16 consiguió un trabajo en una tienda de comida local, donde empezó a acumular sus primeros ahorros.
Para 1970, Daniel tenía 20 años y $10,000 ahorrados, una suma considerable para alguien de su edad. Su papá le sugirió que invirtiera ese dinero en el mercado de valores, específicamente en el S&P 500, que había mostrado un crecimiento constante durante las décadas anteriores. Daniel, motivado por su ambición y por la confianza en el crecimiento económico de Estados Unidos, decidió dar el paso.
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Las primeras décadas
Durante su primera década como inversionista (1970-1980), Daniel vivió una montaña rusa emocional. Inició con entusiasmo, y en sus primeros dos años logró un retorno del 44% al cierre de 1972. Sin embargo, en 1971, el presidente Nixon anunció el fin del sistema de Bretton Woods, dando inicio a la primera gran recesión que enfrentaría su portafolio. En 1973, con el regreso de la inflación, el mercado cayó; en octubre, la crisis del petrólep profundizó la perdida. La Reserva Federal respondió elevando tasas de interés, encareciendo el crédito y golpeando al consumo. A finales de 1973, su portafolio había perdido más del 20% desde su máximo, aunque aún mostraba ganancias sobre su inversión inicial.
Pero en 1974 todo cambió: inflación descontrolada, tasas altas y una economía débil lo llevaron a pérdidas reales. La renuncia de Nixon en agosto de ese año intensificó la crisis. Daniel dudó, pero recordó el consejo de su padre: paciencia. Decidió mantenerse invertido. En 1975 terminó la recesión. Pese a todo, el portafolio de Daniel creció 10.2% anual en la década, duplicando su valor. Su inversión de $10,000 terminó convertida en $23,912. En la década de la inflación, la paciencia fue su mayor activo.
Los primeros años de los 80 resultaron extraordinarios para la inversión de Daniel. Tras la tormenta de los 70, el mercado se recuperó con fuerza. Gracias a los Reaganomics, la inflación cedió, las tasas de interés bajaron y la economía volvió a crecer. De 1980 a 1985, el S&P 500 aumentó 308%, superando el rendimiento total de la década anterior. Esta estabilidad devolvió la confianza a los inversionistas.
Durante ese auge, el dólar se apreció 77%, alcanzando su punto máximo en 1985. Esto afectó la competitividad de exportaciones y generó un déficit comercial récord de $107 mil millones. Para 1987, el mercado acumulaba cinco años de crecimiento, y Daniel veía su portafolio crecer con entusiasmo. Sentía que, por fin, entendía el juego: calma y visión a largo plazo. Pero surgían señales de alerta: tensiones comerciales, dólar débil, incertidumbre geopolítica.
El 19 de octubre de 1987, llegó el Black Monday: el Dow Jones cayó 22.6% en un solo día. Las ventas manuales activaron operaciones automatizadas en el mercado, acelerando el desplome. El S&P cayó 25% en octubre y otro 10% en noviembre. Daniel dudó, pero resistió.
Al final de la década, su portafolio creció 16.5% anual, alcanzando $88,101.
Aunque con un inicio lento, los años 90 fueron muy buenos para el mercado. Tras una breve recesión en 1990-91, con fuerte impacto en empleo y sectores como finanzas e inmobiliario, la economía se estabilizó. Políticas de apertura comercial, como el TLCAN, y el enfoque fiscal del gobierno de Clinton crearon un entorno de crecimiento estable. Daniel, con un portafolio saludable, disfrutaba de un mercado predecible y optimista.
Pero entonces llegó Internet. La comercialización de la red, impulsada por navegadores como Mosaic y Internet Explorer, dio lugar a una ola de innovación sin precedentes. Surgieron miles de empresas tecnológicas, y el mercado entró en euforia: el Nasdaq se multiplicó por siete entre 1995 y 2000. Las acciones de empresas sin ganancias claras alcanzaron valoraciones astronómicas. Daniel vio cómo empleados de startups se volvían millonarios de la noche a la mañana.
El S&P 500 creció 17.9% anual en la década, muy por encima de la inflación. Los $10,000 iniciales de Daniel ahora valían $440,314.
Muchos pensaban que la economía había cambiado para siempre. Pero en el 2000, tras un leve aumento de tasas por la Fed, la burbuja dot-com estalló.
Siglo XXI: “El mercado baja en elevador, pero sube en escaleras”.
Para muchos, los 2000 fueron una década de oportunidades disfrazadas de crisis. Entre marzo de 2000 y octubre de 2002, el Nasdaq cayó 77%, borrando las ganancias de la burbuja dot-com. Cientos de empresas tecnológicas quebraron, y la confianza se desvaneció. Sin embargo, Daniel mantuvo su inversión. Para 2007, el S&P 500 ya estaba 27% arriba de su nivel del año 2000. Su portafolio creció 108% desde el fondo de la crisis hasta ese pico.
Pero la siguiente tormenta ya se veía venir. El auge inmobiliario (alimentado por tasas bajas y préstamos subprime) disparó los precios de las casas. Cuando los créditos impagables colapsaron el sistema, comenzó la Gran Recesión de 2008. Bancos como Lehman Brothers quebraron; otros fueron rescatados. El mercado cayó más de 50% en un año.
Daniel, a punto de liquidar su hipoteca, recordó sus décadas de experiencia. No vendió. Al contrario, invirtió $10,000 para cada uno de sus tres hijos. Sabía que las caídas profundas traen las mayores oportunidades. En 2010, su portafolio alcanzó $506,677.
Tras la llamada “década perdida”, llegó una etapa de fuerte recuperación. La tasa de desempleo en EE.UU. cayó de 9.8% en 2010 a 3.5% en 2019, confirmando que los mercados se mueven en ciclos. De 2010 a 2012, el S&P 500 creció 42%, aún bajo la sombra de la crisis de 2008, especialmente en Europa.
Otros eventos también impulsaron el mercado. Entre 2014 y 2016, los precios del petróleo cayeron 70% por el auge del shale oil y cambios en la OPEP. En 2017, con la llegada de Trump, se aprobaron reformas fiscales que redujeron el impuesto corporativo del 35% al 21%. Esto incentivó la repatriación de capital y recompra de acciones. Sin embargo, en 2018 estalló una guerra comercial con China, y en 2019, la incertidumbre aumentó con el Brexit.
Aun así, el portafolio de Daniel creció 346% en la década, alcanzando por primera vez más de $1,800,000 dólares.
En 2020, justo cuando la confianza regresaba, la pandemia de COVID-19 paralizó al mundo.
La década comenzó con turbulencia. La pandemia trajo encierro, pero también transformación: el trabajo remoto demostró ser viable, reduciendo costos para las empresas. El auge de apps de inversión atrajo a nuevos participantes y evitó una caída más profunda. Empresas como Amazon y Netflix crecieron con fuerza.
En 2022, con la reactivación económica, la inflación en Estados Unidos superó el 9% en junio, presionando al mercado. Aun así, el S&P 500 se recuperó con crecimientos del 21% en 2023 y 26% en 2024. En 2025, aunque el año comenzó en máximos históricos, el mercado llego a caer hasta 6%, afectado por incertidumbre geopolítica y las primeras medidas del nuevo gobierno de Trump, pero hoy, el S&P 500 esta arriba en lo que va del año.
Hoy, Daniel ve hacia atrás con satisfacción. Su inversión de $10,000 en 1970 vale ahora $3.5 millones de dólares. Se retira tranquilo, sabiendo que la mejor herencia que dejará a sus hijos es la lección de la paciencia.