París, Milán, Nueva York o Londres. Más allá de ser ciudades cosmopolitas y un extraordinario destino de vacaciones, se trata de las cuatro capitales mundiales de la moda. Además de la innovadora escena de la moda que estas cuatro ciudades mantienen a lo largo del año, por dos semanas se convierten en el epicentro de la industria durante Fashion Week.
Fashion Week es el evento más importante en la industria de la moda. Sirve para que los diseñadores presenten sus colecciones para las temporadas primavera/verano y otoño/invierno. Estas semanas de la moda comenzaron a formalizarse en el siglo XX, y hoy, las más icónicas se celebran en las principales capitales del mundo: Nueva York, Londres, Milán y París.
Hoy en The Story… Analizamos por qué la industria de la moda le sigue apostando a Fashion Week.
La historia de Fashion Week
La historia de Fashion Week tiene su origen en París, en los años 40, cuando la ciudad ya era reconocida como el epicentro global de la moda. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, París quedó aislada debido a la ocupación nazi. En este contexto, la periodista Eleanor Lambert, en Nueva York, decidió organizar un evento en 1943 llamado Press Week para dar a conocer a los diseñadores estadounidenses, cuya labor era ignorada por los medios que solían enfocarse en las casas de moda europeas. Este evento se convirtió en un parteaguas, y con el tiempo evolucionó hasta lo que hoy conocemos como New York Fashion Week.
Aunque Nueva York tuvo la primera Fashion Week formal, París había organizado desfiles de moda mucho antes, en el siglo XIX. Charles Frederick Worth, un diseñador británico establecido en París, se considera uno de los primeros en mostrar colecciones con modelos en lugar de maniquíes, lo que sentó las bases para los desfiles de moda actuales.
En la década de los cincuenta y sesenta, las semanas de la moda se extendieron a otras ciudades más allá de la Gran Manzana. En Londres, la escena creativa emergió con fuerza, impulsada por el auge del Movimiento Mod que nació como una subcultura inglesa de la época y los diseñadores británicos.
Para 1973, París también volvió a posicionarse con su Paris Fashion Week, consolidando su lugar como la capital de la alta costura, mientras que Milán tomó relevancia en la década de los setenta y ochenta, destacándose por su influencia en el diseño de lujo y prêt-à-porter, con marcas como Gucci, Prada y Versace.
Cada Fashion Week está dividida en dos temporadas: las colecciones primavera/verano, que se presentan en septiembre y octubre, y las de otoño/invierno, en febrero y marzo. Los diseñadores presentan sus visiones para la próxima temporada, dictando las tendencias que se verán en las pasarelas y, eventualmente, en las calles.
Vía: Brand Finance
Marcas y diseñadores aprovechan el alcance global para conectarse con audiencias en tiempo real, y ciudades emergentes, como Copenhague, Tokio y Seúl, también organizan sus propias semanas de la moda, sumándose al circuito global. Pero el concepto de las Big Four, refiriéndose a la moda, nació para hablar de las cuatro capitales mundiales: París, Londres, Nueva York y Milán.
¿Cómo se mueve la economía con Fashion Week?
Dos veces al año, las capitales mundiales de la moda se transforman en el centro del Haute Couture, donde alrededor de 500 marcas, en promedio, muestran sus últimas colecciones para la próxima temporada.
Sin duda, en términos económicos, Nueva York es la semana de la moda más importante del calendario, pues genera una derrama aproximada de $900 millones de dólares anuales a la ciudad, según un informe del New York City Economic Development Corporation. Durante la New York Fashion Week, la Gran Manzana recibe 150,000 visitantes que gastan un promedio de casi 2,300 dólares cada uno, lo que suma ingresos totales de 513 millones de dólares directos a la industria de la moda local.
En 2014, las dos ediciones de la New York Fashion Week generaron 887 millones de dólares para la ciudad de Nueva York, casi el doble de los ingresos que trajo el Super Bowl de ese año en el MetLife Stadium.
Por su parte, Londres, que es la segunda ciudad más importante de la moda por volumen de ingresos, registra una derrama anual por unos 322 millones de euros, con un gasto promedio de 2,200 euros por visitante. Pese a toda la tradición de la moda que hay en sus calles, Milán y París no alcanzan estos niveles.
Más allá de la derrama económica para las ciudades, Fashion Week también implican importantes esfuerzos de inversión para las marcas que desean aprovechar estas plataformas de la industria. En 2024, los costos de las pasarelas de moda aumentaron significativamente debido a diversos factores, como la inflación y la inestabilidad económica global.
Los diseñadores de Jordanluca, entrevistados por Vogue Business, comentaron que sus primeros shows en la semana de la moda de Londres costaron alrededor de £60,000 a £80,000, pero actualmente el costo promedio es de £200,000.
El alquiler de espacios en París y Milán puede aumentar hasta un 300% durante la temporada de moda. El casting de modelos también representa un gasto considerable, llegando a ser el 20% del presupuesto total. Los precios han aumentado, y los honorarios de las modelos pueden costar entre €1,300 y €1,500 por presentación. Este aumento ha presionado a las casas de moda para que establezcan alianzas con agencias de modelos y otras empresas para mitigar los costos.
Pero más allá del valor económico, Fashion Week tiene un profundo impacto para las estrategias de marketing de las casas de moda para el resto del año. Con la irrupción de las redes sociales, las campañas publicitarias de las grandes marcas han transicionado de medios tradicionales a nuevos formatos comunicativos.
Uno de ellos es el influencer marketing, que muchas marcas han explotado a cabalidad en cada una de las Fashion Week; algo lógico considerando que el 65% de la población global tiene acceso a redes sociales, según los últimos datos de The GOAT Agency. Según un estudio de Karla Otto, una de las agencias de marketing digital más importantes en la industria de la moda, no hay plataforma como TikTok que esté transformando la industria y el consumo de la alta costura en el mundo, por lo que las marcas están contratando a influencers para posicionar sus mensajes y colecciones por el planeta.
Cuando el glamour se empieza a acabar: el caso de Nueva York
Indudablemente, Nueva York ha sido un referente en el mundo de la moda. Parece difícil pensar en otro lugar con más densidad de boutiques, talleres, talento y empleos que giren en torno a la industria de la moda y la alta costura.
Tan solo en el 2022, la industria generó más de 50,000 millones de dólares en ventas directas y otros $45,000 millones de dólares en derrama económica indirecta a la venta de ropa e indumentaria. Nueva York es sede de algunas de las escuelas de moda más prestigiosas del mundo, como el Fashion Institute of Technology y la Parsons School of Design; además de que en sus calles se pueden encontrar prácticamente todas las marcas de ropa reconocidas a nivel global.
Sin embargo, la industria enfrenta serios desafíos. Desde 2014, el valor de mercado final de todos los bienes y servicios relacionados con la moda producidos en Nueva York, ajustado a inflación, ha ido en declive, con una caída del 19.6% entre 2019 y 2020.
Vía: McKinsey & Company
Otro factor que está encendiendo alarmas en la industria neoyorquina es que el número de estudiantes y graduados relacionados con la moda viene en picada. A diferencia del egreso en otro tipo de carreras, que va al alza en Estados Unidos; el número de alumnos que completaron cursos educativos de indumentaria y moda cayó un 30% en el 2022, frente a su máximo registrado en el 2016.
En el cuarto trimestre de 2023, la tasa de disponibilidad de locales para boutiques en Manhattan (que abarca once corredores principales, incluidos Soho, la Fifth Avenue y Madison Avenue) se situó en el 15%, la tasa más baja en nueve años.
Los empleos en el sector también han disminuido considerablemente. En 2022, cerca de 130,000 personas en Nueva York estaban empleadas en labores relacionadas con la industria, lo que representa 50,000 puestos menos que hace diez años; algo que lógicamente se exacerbó con la pandemia. Lo cierto es que, del total de empleados que hay actualmente, entre un 30% y un 50% trabajan como vendedores directamente en las tiendas, o como obreros en las industrias que fabrican los textiles, reduciendo aún más el número de trabajadores en las industrias creativas.
Vía: McKinsey & Company
Especialistas han señalado que estos cambios se deben a varios factores como el auge del comercio electrónico que ha intensificado la competencia, influencers que están cambiando la dinámica de la moda, una industria muy celosa que ha hecho más difícil que jóvenes diseñadores y marcas independientes despeguen; así como los altos costos de vivir y hacer negocios en Nueva York; factores que en su conjunto limitan la atracción de talento.
Expertos coinciden que, para que Nueva York siga siendo un líder en la moda, es fundamental que toda la industria se adapte y responda a los nuevos desafíos y tendencias de consumo: moda sostenible, comercio justo, voltear a ver a nuevos creadores y abrazar la diversidad. Y qué mejor plataforma para enseñar estos cambios que en las Semanas de la Moda, que han sido, son y seguirán siendo los momentos en los que el mundo ve y se deja inspirar por esta apasionante industria.