En el mundo bursátil sólo hay cabida para un cierto tipo de personas: las que quieren estar allí. Cuando la tenacidad y la perseverancia rayan en la necedad, y la disciplina junto al trabajo duro se vuelven un mantra, el género no es una barrera.
La Bolsa muchas veces se asocia con los hombres, pero lejos de eso, dentro de ella hay mujeres que han hecho historia.
Muriel Siebert es la primera mujer en entrar a la Bolsa de Nueva York (NYSE) como operadora de acciones, pero su entrada al parque bursátil, así como su historia, no son convencionales.
La relación de Siebert con el mercado bursátil comenzó en los años 50 cuando visita por primera vez el NYSE, durante esa década y años posteriores, la única manera de que una mujer ingresara a la Bolsa era como visitante o laborando como secretaria. Las operaciones de corretaje y los puestos directivos eran exclusivos de los varones.
Tras la visita, la idea en Muriel estaba arraigada: ser parte del NYSE, pero como operadora de acciones. Tras ser rechazada en nueve ocasiones, en 1967 Muriel logró comprar su plaza como corredora de Bolsa por cerca de $500,000 dólares. La llegada de la primera mujer a Wall Street era un hecho, el reglamento de aquel entonces no prohibía comprar su lugar y hacer lo mismo que hacían los hombres en ese negocio. Así, 175 años de exclusividad de género habían terminado.
El recibimiento de Muriel por sus ahora compañeros fue en pocas palabras inexistente, resaltando las vivencias de las mujeres en el entorno laboral de los Estados Unidos, donde la discriminación abierta y sutil eran una constante. Por 10 años fue la única mujer en la Bolsa de Valores de un total de 1365 hombres.
Siebert literalmente nadó contracorriente, peleó porque su voz y la de otras mujeres se escucharan en un negocio dominado por hombres.
La habilidad numérica y sobre todo el deseo por aprender el negocio, llevó a Muriel a abrir su propia firma de corretaje sólo dos años después de haber ingresado al NYSE (Muriel Siebert & Company), con ello, se convirtió en la primera mujer en todos los Estados Unidos en tener una compañía de ese tipo.
La carrera de ‘Mickie’, como ahora le llamaban sus colegas en el medio, no sólo se limitó al ámbito bursátil, en 1977 dejó de dirigir su empresa para desempeñarse como la primera mujer Superintendente de la Banca de Nueva York, logrando buenos resultados en tiempos turbulentos para la industria.
En 1994 fue incluida en el Salón Nacional de la Fama de la Mujer, Siebert murió en 2013 a los 83 años, pero su legado aún sigue vivo, después de su fallecimiento, la Bolsa de Valores de Nueva York le puso su nombre a una de sus habitaciones, esta fue la primera vez que una habitación de esta bolsa, lleva el nombre de una persona.